El puerto encara la recta final de su ampliación sin acceso ferroviario
La terminal del Moll Prat abrirá en 2012 sin poder exportar contenedores por tren con ancho de vía europeoGas Natural y Lukoil-Meroil refuerzan la capacidad del Moll de l'Energia
La agenda de las infraestructuras esenciales para Cataluña, revuelta estos días por los recortes forzosos de la inversión estatal y la posterior salvación de nueve obras en curso, mantiene en el aire y sin fecha dos obras públicas estratégicas: posibilitar que se pueda ir en tren a la nueva Terminal 1 del aeropuerto de El Prat y, sobre todo, permitir que el puerto de Barcelona, uno de los motores económicos de la comunidad catalana, cuente con un acceso viario y en tren con ancho de vía internacional para distribuir las mercancías y repartirlas con rapidez por Europa.
La primera obra, la del aeropuerto, se ha salvado del recorte, pero sufrirá una demora de, al menos, un año, según el Ministerio de Fomento. Será clave examinar qué dotación presupuestaria atribuirá el Gobierno central a este proyecto en los próximos Presupuestos del Estado para 2011, pero el acceso ferroviario a El Prat no existirá hasta al menos 2012.
La llegada de Rodalies a la T-1 de El Prat se retrasará un año
La segunda obra, la del puerto, se encuentra aún en fase de proyecto, tras años de planificación y retrasos. Con el pretexto de que el proyecto no está listo, Fomento no ha incluido los accesos ferroviarios y viarios del puerto en la lista de las ocho primeras grandes obras del plan extraordinario de infraestructuras de financiación público-privada que acaba de anunciar y que busca movilizar 17.000 millones de euros en dos años. La Autoridad Portuaria de Barcelona (APB) alberga esperanzas de que el proyecto se presente antes de que acabe 2010 y pueda pasarse a la licitación en 2011. Pero, en el mejor de los casos, sería una realidad en 2014.
El Departamento de Política Territorial y Obra Pública (PTOP) se muestra "confiado" porque el ministro José Blanco ha subrayado que "tiene en cuenta" ambos proyectos, que "siguen su curso", según Manel Nadal, secretario de Movilidad de la Generalitat.
La oposición de CiU ataca. "Estamos muy preocupados. Va a costar lograr la financiación para los ocho grandes proyectos de infraestructuras, no hay más que un compromiso verbal", señala el diputado de CiU Pere Macias.
El alcalde Jordi Hereu ha clamado esta semana a favor de que el Estado apueste por los accesos al puerto. Y las empresas no paran de mirar el calendario. "La conexión con ancho europeo es vital para ser competitivos. Cuanto antes llegue, antes ganaremos competitividad", señalan con diplomacia fuentes de TCB, una de las dos grandes terminales de contenedores que operan en el puerto. La otra es Tercat, que protagoniza el mayor proyecto de refuerzo de capacidad del recinto portuario y que ha significado la apuesta por Barcelona del gigante chino Hutchinson Port Holding (HPH), primer operador del mundo, para hacer de Barcelona puerta de entrada del comercio con Extremo Oriente.Fue en 2006 cuando el puerto adjudicó a Tercat la concesión del Moll Prat, donde se construirá la nueva terminal de 100 hectáreas de superficie, 1.500 metros de línea de muelle y vocación de capacidad de 2,65 millones de TEU (contenedores). Hutchinson se ha comprometido a una inversión de 500 millones de euros y en su día prometió dar empleo a 600 trabajadores de forma directa y a 2.000 de forma indirecta. Hoy mantiene su compromiso con el proyecto, pero en la APB son conscientes de la "sorpresa" que causa la ausencia de conexión ferroviaria, que apenas supone el 6% del transporte de las mercancías que mueven las terminales. La coyuntura ha querido que el tráfico se resienta de la crisis y la urgencia quede mitigada. Lo peor parece haber pasado ya, y hasta julio el tráfico de contenedores creció (4%), con China como primer socio.
La paradoja reside en que la nueva terminal del Moll Prat, a punto de entrega para que se inicien las obras de construcción, estará operativa en su primera fase a finales de 2011 o principios de 2012, así que, cuando lo esté, no habrá aún acceso ferroviario con ancho de vía europeo.
La del Moll Prat no es la mayor de una serie de obras destinadas a reforzar la capacidad y la proyección del puerto, que encara la recta final de su ampliación (aunque si la demanda lo justificara, en el Dic Sud habría margen para pasar de los casi cinco millones de contenedores de capacidad que habrá cuando el Moll Prat esté plenamente operativo a cerca de 10 millones). También el Moll Sud, donde está la terminal TCB, está en fase de ampliación, y le queda poco, con una inversión del puerto de 40,3 millones, y tendrá el mismo problema que Tercat. La APB sí está cumpliendo con su parte: es la encargada de adaptar las terminales al ancho de vía europeo dentro del recinto portuario. La inversión en infraestructura ferroviaria interna es de 394.620 euros en el Moll Sud, de 5,5 millones en el Moll Prat y de 3,7 millones en el Moll Costa (en este caso, la adaptación de la vía es al ancho ibérico y métrico).
En total, el puerto está inmerso en inversiones por valor de 1.200 millones de euros, la mayoría capital privado. La última gran apuesta la ha protagonizado la rusa Lukoil, al crear una empresa mixta con Meroil para invertir 50 millones (con otros nueve millones de apoyo del puerto para un muelle de atraque) para ampliar la terminal de Meroil en el Moll de l'Energia, aumentar la capacidad de almacenaje y constituir una de las mayores terminales de productos biocombustibles y petrolíferos del Mediterráneo. Otra voluminosa inversión en la zona la protagoniza, en el mismo muelle, Gas Natural, con 500 millones para su central de ciclo combinado, cuya entrada en operación comercial se espera en breve.
La multinacional proveedora de soja Bunge está ampliando la capacidad de producción de su planta en el recinto, a un coste de 13,7 millones de euros.
El puerto, por otra parte, remueve el Dic de l'Est: además de desembolsar cinco millones para evitar nuevos desperfectos por temporales en el antiguo rompeolas (la actuación supondrá que en una parte no podrán circular coches), trasladará la terminal de carga Port Nou a la punta del dique, para dejar espacio libre para una nueva terminal de cruceros, la E, aún sin fecha. Este traslado y adecuación cuesta 42,2 millones.
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