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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Solución opaca

La crisis diplomática con Marruecos se resuelve sin que se aclare cómo y por qué comenzó

Unas conversaciones entre los ministros del Interior de España y Marruecos de las que apenas se conoce el contenido resolvieron una tensión en torno a la frontera de Melilla de la que no se sabe cómo ni por qué comenzó. Ese es el insólito resumen de una crisis diplomática que, al parecer, tampoco lo ha sido, al menos para el ministro de Asuntos Exteriores español. Las relaciones entre España y Marruecos son cruciales para la estabilidad en una región sobre la que planean algunos de los principales riesgos que enfrenta la comunidad internacional en estos momentos, desde el narcotráfico a la trata de seres humanos, pasando por el blanqueo de capitales o el terrorismo. Los asuntos son suficientemente graves como para definir un modelo de relaciones que no esté a merced de la improvisación.

Lo que importa en las relaciones no es que sean excelentes -como no dejan de repetir ambos Gobiernos en comunicados cada vez más estereotipados-, si por ello se entiende que no existen contenciosos. De lo que se trata es, por el contrario, de que sean estables y previsibles, de manera que encuentren solución rápida, y también transparente, los inevitables contenciosos que surgen entre países vecinos y con intereses divergentes en algunos ámbitos.

Ese modelo de relaciones existía hasta que la diplomacia del ex presidente José María Aznar lo desbarató, y no ha sido sustituido por ningún otro. En líneas generales, consistía en un compromiso de abordar la solución de cada contencioso surgido dentro de su ámbito específico, evitando que se proyectara sobre el conjunto de las relaciones. Además, Ceuta y Melilla se mantenían fuera de la agenda bilateral, para lo que resultaba imprescindible que los responsables políticos evitasen gestos teatrales como los que realizó el anterior presidente estando en la oposición y también en el Gobierno, aunque disfrazándose de candidato electoral. Ahora, además, como ex jefe del Gobierno. El precio que ha habido que pagar por esos gestos es que hoy Ceuta y Melilla están en la agenda bilateral.

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El ministro Rubalcaba dijo en Rabat que los recientes incidentes fronterizos de Melilla eran cosa del pasado. Es una gran noticia que España y Marruecos hayan decidido pasar página sobre ellos. Solo que falta por saber cuáles han sido esos incidentes cuya existencia ha reconocido el ministro. A lo largo de este verano, el Gobierno marroquí presentó cinco notas de protesta en las que se vertían graves acusaciones contra la policía que controla el paso fronterizo de Melilla. Hasta el momento, el Gobierno no ha desmentido esas acusaciones con la claridad y la contundencia que requieren, tanto para restablecer el buen nombre de las fuerzas y cuerpos de seguridad españoles, cuyo trabajo se desarrolla en condiciones de extrema precariedad, como para que los ciudadanos puedan entender qué desencadenó la crisis y cómo se ha resuelto.

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