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El Vendrell regulariza la venta ambulante de los 'manteros'

El Ayuntamiento pacta con los inmigrantes zonas destinadas al comercio irregular - La medida, inédita en Cataluña, aspira a pacificar la convivencia

El senegalés Kadou dispone decenas de gafas falsificadas sobre una manta abierta en plena calle y se tumba en un duermevela hasta que lo despierte algún cliente. El verano pasado, este vendedor ambulante de 27 años que solía correr con un enorme fardo por El Vendrell (Baix Penedès) se dejó las piernas huyendo de los agentes. Los policías, a su vez, quedaron desbordados por los cientos de manteros que cada atardecer colapsaban el paseo marítimo del barrio de Sant Salvador. Junto a Kadou, otros vendedores recuerdan los duros enfrentamientos a pedradas a los que se llegaba en ocasiones entre manteros y agentes locales.

"Teníamos miedo de que este verano ya fuera una guerra abierta", confiesa Driss, magrebí de 24 años con varios montones de relojes dorados extendidos sobre una tela azul. Pero este año los manteros de El Vendrell ya no acaban en el calabozo por vender un material que supone su única vía de supervivencia. Hay tolerancia para esos inmigrantes empobrecidos, sin recursos y, en la mayoría de casos, en situación irregular. Tampoco se lanzan a la carrera. Se tumban en una plaza al aire libre en la que Driss saluda a los agentes mientras le saca brillo a la mercancía.

Los comerciantes protestan por la decisión permisiva con los inmigrantes

El Ayuntamiento ha pactado esta ubicación para los llamados top manta tras la insostenible situación del verano anterior. "No podíamos consentir más tensión", defiende el alcalde, Benet Jané (CiU). El acuerdo, criticado por la oposición y los comerciantes, supone un ensayo inédito para la regularización de los manteros. Este tipo de vendedores desembarca en los municipios costeros cada verano, cuando copan las localidades turísticas para colocar sus productos. Las corporaciones locales se enfrentan al fenómeno con normativas y actuaciones policiales. El Vendrell, que hasta ahora apostó por esa vía, ha alumbrado un nuevo rumbo. "Continuaremos por este camino", asegura Jané.

En segunda línea de mar, en una zona acotada y más alejada de los turistas, los vendedores ambulantes transmiten una sensación de orden que contrasta con el descontrol de mantas del verano anterior. Los manteros trabajan con la normalidad propia de cualquier mercadillo legal y deberán pagar una tasa todavía por concretar en concepto de ocupación de la vía pública. Para ello se han agrupado en una asociación legalmente registrada a través de la que deben autogestionarse: controlar que la venta ambulante se restringe a las zonas pactadas, formalizar los pagos una vez se concrete la tasa municipal y garantizar aspectos como que no venden películas grabadas ilegalmente.

El viraje en el trato a los manteros ha levantado críticas entre la oposición. "Es una muestra de incoherencia", lamenta el PSC local, que achaca esta regularización a una salida desesperada tras años, denuncia, de pésima gestión municipal. "Hemos buscado la solución que no han aportado las instancias superiores", contrapone el alcalde. Desde agosto pasado, Jané reclama a la Generalitat más mossos para erradicar la venta ambulante. "Sin esos medios, hemos decidido negociar con los vendedores", admite el alcalde.

Los comerciantes del municipio, por su parte, denuncian que se legaliza una competencia ilegítima. "No puede ser legal. No tienen papeles y venden ropa falsificada", protesta el dueño de una tienda de moda que pide el anonimato. "Nuestra competencia es regular la venta ambulante", razona Jané, que entiende que vigilar la legalidad de la mercancía corresponde a la Generalitat -es decir, a los Mossos- mientras que la Ley de Extranjería depende del Gobierno central -Cuerpo Nacional de Policía-. "Estudiaremos las quejas pero estamos mejor que el año pasado", zanja Jané. "No se puede tener todo".

Es la lección que asumen los manteros. "Vendemos mucho menos que en el paseo porque viene poca gente", se queja Kadou. "Pero compensa si a cambio nos tratan como a seres humanos", añade mientras se despereza para cerrar las primeras ventas de la tarde.

La plaza de la Lluna, donde los <b><i>manteros</b></i> venden su mercancía.
La plaza de la Lluna, donde los manteros venden su mercancía.JOSEP LLUÍS SELLART

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