Suculento 'despido'
El vertido de BP se salda socializando las pérdidas e indemnizando a su primer directivo
La crisis por el vertido de petróleo en el golfo de México le ha costado el puesto al primer ejecutivo de BP, Tony Hayward. En realidad, solo eso, dado que recibirá una suculenta indemnización por su dimisión al frente de la compañía, además de un fondo de pensiones equivalente a 11 millones de euros. Tampoco abandonará el sector, al pasar a dirigir otras actividades de BP. La asunción de la responsabilidad en el vertido queda, así, transformada en unos beneficios económicos personales que parecen más propios de una recompensa que de una penalización.
El 20 de abril, el estallido y hundimiento de la plataforma Deepwater Horizon, propiedad de Transocean aunque alquilada por BP, se saldó con 11 muertos y un vertido de petróleo cifrado en 53.000 barriles diarios. No fue un accidente como otros: a diferencia del naufragio de petroleros, el desastre ecológico fue continuo hasta que, finalmente, BP encontró la manera de controlarlo. Eran motivos más que suficientes para que el hasta ahora primer ejecutivo de BP reconociera la gravedad de lo sucedido y evitara frivolizar en sus comparecencias. Hayward hizo exactamente lo contrario, enfrentándose a la opinión pública de todo el mundo y también a la Administración de Obama.
BP ha anunciado pérdidas millonarias derivadas de la provisión de fondos para hacer frente a las indemnizaciones por el vertido. Como en el caso de Hayward, se trata de un contratiempo más dramático en la apariencia que en la realidad. El anuncio de pérdidas le supondrá un ahorro fiscal que, en último extremo, hará recaer una parte sustancial del coste del vertido sobre los contribuyentes. La respuesta al desastre ecológico no difiere en líneas generales de la que se dio al desastre financiero a partir del verano de 2007, socializando las pérdidas en tanto que los beneficios se concentraban en pocas manos mientras duró la bonanza y también cuando se declaró la crisis.
No se trata de dar curso a la demagogia contra el esquema de retribuciones e indemnizaciones de todo tipo con el que se blindan los ejecutivos de las grandes compañías, sino de revisar un sistema que primero estimula decisiones de riesgo excesivo y, a continuación, dulcifica la asunción de responsabilidades cuando las cosas salen mal hasta el extremo de convertirla en un ejercicio contable. Y, por descontado, con una altísima rentabilidad para quien lo lleva a cabo.
Aparte de un desastre ecológico, el vertido en el golfo de México se ha convertido en un problema mayor para el presidente de Estados Unidos. En cualquier país distinto de la primera potencia mundial, el Gobierno habría encontrado serias dificultades para obligar a una compañía como BP a asumir sus responsabilidades. Plataformas de extracción como Deepwater Horizon existen en todas partes y, por consiguiente, el riesgo de accidentes similares. Entre las muchas lecciones de este vertido, esta no es de las más intrascendentes.
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