Merkel pide a Europa un esfuerzo para ganar competitividad
La canciller alemana elogia el recorte del gasto y la reforma laboral de España
La canciller de Alemania, Angela Merkel, defendió ayer las políticas de austeridad presupuestaria en la Unión Europea, que a su juicio se arriesga a quedar relegada por sus competidores internacionales. La mandataria democristiana, que acaba de regresar de un viaje por Rusia, China y Oriente Próximo, aseguró que Europa sufre de "debilidades significativas a ojos del mundo". "Tenemos que tener cuidado. Desde fuera se nos ve como un continente viejo y con muchas dificultades para la innovación", afirmó. Cristalizaron estas debilidades durante la reciente crisis del euro y demostraron el fracaso de las estrategias -la llamada Agenda de Lisboa- que aspiraban a hacer de Europa "el continente más competitivo del mundo". Hoy "es fácil darse cuenta de que no lo somos". Merkel destacó la necesidad de "no dormirse" y recordó que, cuando se desencadenaron la crisis griega y la del euro, "las debilidades objetivas estaban ahí", así que "no puede culparse solo a los especuladores". La crisis económica "volvió a barajar las cartas" y reveló quién tenía las peores manos. Como método para combatirla, la canciller puso como ejemplo "el enorme esfuerzo político" español, que no se limita a reducir el déficit, sino que "emprendió la necesaria reforma de un mercado laboral que blindaba puestos de trabajo mientras el paro juvenil ascendía al 40%".
"Desde fuera, Europa se ve como un continente viejo", dice la mandataria
La popularidad del Gobierno cae en picado en los sondeos
Con su rueda de prensa de ayer, Merkel cumplió su costumbre anual de despedirse de los corresponsales en Berlín con una masiva comparecencia que concede antes de marcharse de vacaciones. Ofreciendo su mejor cara, Merkel empezó ayer su encuentro con la prensa subrayando el "pequeño milagro" del mercado de trabajo alemán. Comparó la cuota de paro del 7,5% con "otras partes de la Unión Europea" y celebró que la economía alemana se "mostrara más robusta de lo esperado" durante la crisis. El desempleo afecta a 3.153.000 personas en Alemania y podría caer en otoño por debajo de los tres millones. No obstante, Merkel advirtió de que el "cambio demográfico" y el consiguiente envejecimiento de la población presentan otros retos para el país. La canciller no ve margen económico para posibles recortes fiscales. De modo que la economía permite a Merkel despedir el curso político con una de cal y otra de arena.
Otra cosa es su Gobierno. Democristianos y liberales ganaron las elecciones de septiembre prometiendo que bajarían los impuestos. El fracaso de estas promesas explica en parte la erosión del Gobierno y, en particular, la del socio liberal FDP. Su intención de voto se ha reducido a un tercio del 15% que obtuvieron en las generales. En solo nueve meses, el tripartito entre la Unión Demócrata Cristiana de Merkel, su partido hermano bávaro CSU y el FDP se ha hundido en una sima demoscópica. Pero a la canciller, que cumplió 56 años hace unos días, no se le torció la sonrisa cuando le preguntaron si no empieza a hartarse de la alta política tras 20 años de ejercicio. Si bien dijo alegrarse "siempre que se aproximan las vacaciones", Merkel aseguró que su trabajo le "divierte" y pronosticó que "volverán a verme aquí" tras la pausa veraniega. Con su bléiser blanco y su excelente humor, la canciller parecía levitar sobre sus graves problemas políticos.
Que se resumen en la última encuesta del semanario Stern, publicada unas horas antes de la rueda de prensa y que da a CDU/CSU y FDP una intención de voto del 34%. Los democristianos se quedan en el 30% y los liberales ni siquiera alcanzarían el 5% necesario para acceder al Parlamento federal (Bundestag). Es el peor resultado desde que empezaron a publicarse estas encuestas, allá por 1986. Una coalición de centro-izquierda entre socialdemócratas (SPD) y Los Verdes obtendría, según la encuesta, la mayoría absoluta. Otros sondeos dan cifras parecidas. El asueto veraniego puede servirle a la canciller para preparar un otoño previsiblemente aciago.
Ella misma disponía ayer a los ciudadanos para unos meses de duras negociaciones, tanto en el seno de la coalición como por las tensiones financieras entre los Ayuntamientos, los länder y el Gobierno central. Además de los problemas derivados del ajuste presupuestario emprendido, el Gobierno encara la reforma de las Fuerzas Armadas (Bundeswehr), la polémica y compleja reestructuración de la Seguridad Social, la impopular prolongación de la vida útil de las centrales nucleares y la disputa internacional por la introducción de tasas bancarias y del impuesto a las transacciones económicas. Una agenda difícil que podría agravarse si volviera a colear la crisis del euro. Merkel destacaba ayer que su Gobierno "se ganó el reconocimiento internacional con su actuación" en la crisis. De ser así, este no se ha extendido entre sus votantes.
Un mal año
- Oleada de dimisiones. Desde las elecciones de 2009, de las que surgió la coalición con los liberales, el partido de Merkel, la CDU, ha sufrido varias renuncias. La última, la del gobernador
de Hamburgo, sexto líder regional y séptimo alto cargo de la CDU que dimite.
- Doble revés. En mayo la coalición pierde el Gobierno en Renania del Norte -Westfalia y la mayoría en la Cámara alta federal, donde se ratifican el 70% de las leyes. Pocos días después dimite el presidente federal, Horst Köhler. La accidentada elección de su sucesor confirma los problemas de liderazgo de Merkel.
- Intención de voto. Según un sondeo de 'Stern', el partido de Merkel tiene el 30% de intención de voto. Los liberales no llegan al 5% necesario para acceder al Parlamento.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.