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Reportaje:

El arte de la cruda realidad

Los creadores contemporáneos colombianos pasean su obra por España

Doris Salcedo, Nadin Ospina y Pedro Ruiz representan tres estilos radicalmente diferentes de entender el arte contemporáneo colombiano. Distintos soportes y formas de narrar, pero unos temas más comunes de lo que ellos creen: las señas de identidad de su país, la denuncia de las consecuencias de las migraciones forzosas, el rechazo frontal a la violencia. Varias exposiciones presentan la forma de entender el arte de estos creadores. Ellos reclaman que su trabajo sea contemplado por unos ojos no contaminados por la violencia: por unos ojos al margen de esa violencia que ocupa los informativos de todo el mundo.

Pedro Ruiz (Bogotá, 1957) exhibe en el Ateneo de Madrid una colección de paisajes que hablan de recuerdos arrebatados. En Cartagena, dentro del festival de la Mar de Músicas, Nadin Ospina (Bogotá, 1960) muestra una obra escultórica en la que iconos de la cultura occidental como Mickey Mouse o Bart Simpson se mezclan con deidades precolombinas. Carlos Mojica, Luz Ángela Lizarazo, Fernando Rubio, Javier Codesal, Popular de Lujo y ya en otoño, Doris Salcedo, irán dando a conocer al mundo el nuevo arte colombiano.

Nadin Ospina, uno de los más conocidos en el mundo artístico, mezcla en el palacio Molina de Cartagena las culturas hegemónicas con las esencias locales: las parejas copuladoras de la cultura Tumaco lucen orejitas de Mickey Mouse o los miembros de la guerrilla son muñequitos con el rostro de personajes de Matt Groe-ning. Ospina asegura que él no busca el espectáculo, que en su obra no hay nada prefabricado. "Yo no hablaría en términos de funcionalidad", matiza el artista, "más bien de pertinencia. Mi intención no es el éxito mediático. Mi trabajo obedece a una inquietud intelectual sobre temas cruciales de la contemporaneidad como el mestizaje, la hibridación, el colonialismo (o poscolonialismo)". El brasileño Oswald de Andrade le definió hace tiempo como un antropófago cultural. Ospina cree que "se refería a que mi obra tiene una filiación con el manifiesto en un sentido casi vengativo frente al colonialismo cultural y al expolio económico".

¿Qué tienen en común los creadores colombianos de su generación? Ospina cree que no es demasiado lo que les une. "En el artista colombiano hay una conciencia sobre los problemas sociales, sobre la guerra, sobre la violencia que viene desde la colonia. Muchos artistas formaron parte de la revolución independentista". Y añade que "en la actualidad el panorama artístico colombiano es muy diverso y plural. No hay un movimiento estilístico particular. Más bien se deja ver la presencia de fuertes individualidades".

La exposición de Pedro Ruiz, Oro por Colombia reúne una veintena de obras de pequeño formato en la que el marco dorado es tan importante como el contenido. En todos los cuadros, una pequeña silueta arrastra una chalupa cargada de recuerdos de los lugares que los desplazados han abandonado a la fuerza. La instalación intenta recordar el fulgor deslumbrante del oro y advertir de que "nuestra verdadera identidad y la memoria de nuestro paisaje interior se pierden cada vez que cruzamos nuestras fronteras". Lamenta Ruiz que al colombiano que sale de su país "se le mire como a un narcotraficante con un arma escondida".

¿Es esa presencia de la violencia la que subyace en la obra de los artistas de su generación? "Seguramente. Y no me gusta. Graham Greene dice que si alguien observa a alguien, no le puede odiar. Así quiero que nos miren".

Chac Mool I y Chac Mool II (1999), esculturas en piedra de Nadin Ospina.
Chac Mool I y Chac Mool II (1999), esculturas en piedra de Nadin Ospina.
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