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CÁMARA OCULTA
Columna
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Parlarem

El tema del doblaje obligatorio de películas extranjeras al catalán va camino de convertirse en contienda. Las grandes empresas multinacionales, indignadas con la nueva ley, amenazan con estrenar sus películas directamente en inglés, es decir, sin doblaje ni subtítulos, con lo que la pretendida normalización del catalán podría derivar en purita normalización del inglés.

Se trata de una amenaza difícil de creer ya que estrenar películas exclusivamente en versión original, a pelo, acarrearía sin lugar a dudas un notable bajón en la taquilla, y las multinacionales no están para esas bromas, pero no hay que fiarse, podría hacerse realidad durante un tiempo. Los distribuidores están en su derecho, y esa actitud sería legal por disparatada que suene. El énfasis de esta ley catalana se centra en la distribución de cine extranjero, entiéndase de películas estadounidenses, cuando la cuestión esencial sigue residiendo en la producción y en la promoción de películas. Las hay muy buenas, hay que decirlo, y muy malas también, como en todas partes. Pero una especie de desidia lleva a que, el año pasado, como ejemplo, Tres dies amb la familia, de Mar Coll, película muy celebrada y repetidas veces premiada en festivales, fuera estrenada de forma adormecida y sin apoyos. El esfuerzo y sus méritos se quedaban a medio camino (hace una semana se emitió, de nuevo con éxito, en Versión española, y acaba de obtener otro premio de Cartelera Turia).

Negociaciones

En su día, el Gobierno catalán no aceptó la propuesta empresarial de que una red de salas de cines se especializara en películas dobladas al catalán, y ahora, con la ley, quizás haya tensado la cuerda. Ya el pasado febrero hubo una huelga de salas de cine con este motivo, por lo que se ve venir que no les va a quedar más remedio a gobernantes y distribuidores que sentarse a negociar... en la lengua que prefieran. O será el público quien acabe pagando el pato. Ya hay quien ha escrito en su blog que piensa organizar viajes a Zaragoza para poder ver allí filmes estadounidenses doblados.

A la exigencia de que quien quiera oír las películas dobladas a la lengua que le es propia, en su tierra, tenga derecho a hacerlo, los empresarios arguyen que no es correcto forzar un cambio de mercado con el plumazo de una ley. Por otra parte, a este respecto los blogs vierten infinidad de opiniones. Basta con entrar en "ley de cine catalán" para encontrarse con decenas de ellos. La polémica ha subido innecesariamente de tono, y está al rojo.

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