De una aldea de Ribatejo a la corte de Estocolmo
Memoria visual de ocho décadas de escritura y conciencia
Nacido en una aldea del Portugal profundo, en una familia de labradores y artesanos, José Saramago siempre habló del territorio de su infancia, en el que nada hacía pensar, ya que eran analfabetos y allí jamás se encontró un libro, que aquel niño se convirtiera en uno de los escritores más importantes de la Europa reciente.
Las penurias económicas lastraron su educación, pero pese a ellas, y a que tuvo que dejar los estudios para trabajar, Saramago y la literatura estaban destinados a encontrase. Había tenacidad en su rostro de niño y una mirada sensible que presagiaba ya su singular reflexión sobre el mundo.
Fue esa mirada -sensible y reflexiva- lo que nunca perdió. La misma con la que recogió en Suecia el premio Nobel de Literatura (1998) o con la que defendió todo tipo de causas políticas y humanas. Su compromiso le llevó a estar en primera fila -y a través de la Fundación Saramago (2007)- en Chiapas y Palestina. En los últimos tiempos no le faltó aliento para Aminetu Haidar, a quien visitó en el aeropuerto de Lanzarote cuando estaba en huelga de hambre, o para hacer público su apoyo al juez Baltasar Garzón.
Siempre habló de su infancia; venía de una familia de analfabetos
En los últimos tiempos apoyó al juez Garzón y a Aminetu Haidar
Su conciencia política quedó rubricada en 1969 al afiliarse al Partido Comunista Portugués, donde se convirtió en un destacado militante. Cuba fue para él, como para el otro premio Nobel Gabriel García Márquez, un referente político y vital. A pesar de eso, 2003 criticó por primera vez el régimen de Fidel Castro.
Saramago se casó tres veces. La primera vez con la poetisa Isabel de Nobrega, figura fundamental en su obra inicial. La segunda, en el año 1944, con la pintora Ilda Reis, con quien tuvo una hija y de quien se separó en 1970. Su última mujer, con la que se casó en 1988, fue la periodista española Pilar del Río, compañera infatigable de un hombre que jamás bajó la guardia ni ante la literatura ni ante el mundo que le rodeaba.
Memorial del convento (1982) fue el primer libro que le hizo trasparasar definitivamente las fronteras de Portugal. Con ella ganó el Premio del Pen Club Portugués, galardón que volvió a ganar en 1984 con El año de la muerte de Ricardo Reis. El Evangelio según Jesucristo (1991) se le atragantó al Vaticano y acabó sumida en un polémico veto en 1992. Recibió, sin embargo, el Premio de la Asociación de Escritores de Portugal (1992). El año 1995 es significativo en su vida: Premio Camoens al conjunto de su obra y la publicación del Ensayo sobre la ceguera, una de sus obras cumbre. Sólo faltaba tres años para el premio Nobel de Literatura.
A Lanzarote, su otra tierra, llegó un año después, en 1993. Fue su isla desde entonces. Y su vida transcurrió entre Lisboa, la isla de los volcanes, sus libros y las causas políticas que nunca dio por perdidas.
Babelia
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