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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Recalcitrante Irán

Al rechazar el control de su programa nuclear, Ahmadineyad desprecia su mejor oportunidad

Naciones Unidas albergará hasta el 28 de mayo la conferencia para revisar el Tratado de No Proliferación (TNP), de la que se epera la detención de la nueva carrera nuclear que se dibuja en el horizonte internacional, particularmente en Oriente Próximo. Estados Unidos llegó a la reunión con una legitimidad reforzada para liderar el retorno al camino del desarme, tras renunciar al escudo antimisiles y de firmar con Rusia un acuerdo de reducción de los arsenales estratégicos. Como era de prever, ningún gesto ha sido bastante para avanzar en la solución del problema más urgente: el programa nuclear iraní.

El discurso de Ahmadineyad, único jefe de Estado presente en las sesiones iniciales, era una de las últimas oportunidades de las que disponía Irán para evitar que la comunidad internacional abandone la vía de la negociación. Al despreciarla, Ahmadineyad ha puesto en marcha una cuenta atrás cuyo final coincidirá con el término de la conferencia. El error fatal que podría cometer la diplomacia iraní es creer que la respuesta internacional se limitará a un paquete de sanciones más o menos riguroso. A nadie se le oculta, sin embargo, que el abandono de la vía de la negociación convierte el recurso a la fuerza en la clave de la que depende la credibilidad del sistema de sanciones.

Irán no se ha limitado a anunciar que proseguirá con su programa nuclear, sino que ha rechazado abiertamente las inspecciones, colocándose fuera del TNP. Si Ahmadineyad pretendía denunciar el doble rasero del que se benefician India, Pakistán, Corea del Norte e Israel, que disponen del arma atómica sin ser firmantes del Tratado, el resultado puede ser el contrario. Siendo el objetivo de la conferencia la reducción de las armas nucleares, el hecho de que ya existan cuatro arsenales fuera de control es un argumento poderoso para impedir que surja un quinto.

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En un gesto sin precedentes, Estados Unidos ha hecho público el número de cabezas atómicas de que dispone, manteniendo su estrategia a pesar de la recalcitrante posición de Ahmadineyad. El mensaje que se esconde tras esta decisión es que la conferencia no se debate entre el éxito y el fracaso absolutos, sino entre dos alternativas más moduladas. O bien Irán se suma a un acuerdo general, o bien se queda solo y sin coartadas. Para ello es necesario que otros Estados no puedan esconder sus propias ambiciones nucleares detrás de las de Irán.

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