El mayor ojo astronómico
Con 42 metros de diámetro, el telescopio E-ELT analizará la luz emitida por las galaxias más lejanas del universo
El mayor telescopio óptico del mundo jamás construido tendrá un espejo de 42 metros de diámetro, será europeo, empezará a funcionar en 2018 y supondrá un salto revolucionario en la astronomía. Por ahora se llama simplemente E-ELT (Telescopio Europeo Extremadamente Grande) y es un proyecto del Observatorio Europeo Austral (ESO en sus singlas en inglés). Este organismo científico de 14 países, incluida España, acaba de decidir ubicar este gran ojo astronómico en el cerro Armazones, una montaña del seco desierto de Atacama, en el norte de Chile. La candidatura española para ponerlo en La Palma (Canarias) ha sido rechazada a la vista de los estudios técnicos de lugares posibles y de las ventajas de operar el nuevo telescopio gigante desde el cercano observatorio del cerro Paranal, ya en funcionamiento. Ahora falta que el ESO dé luz verde oficial al proyecto, de unos 1.000 millones de euros, y garantice su completa financiación.
El gigantesco aparato costará 1.000 millones de euros La observación científica se iniciaría en 2019
Para comprender el salto tremendo que supone un espejo (área colectora de luz de los astros) de 42 metros de diámetro, basta recordar que los mayores telescopios actuales (hay una docena en funcionamiento) están en el rango de ocho a 10 metros. El espejo del E-ELT tendrá un área 16 veces mayor y podrá hacer mucha ciencia ahora inaccesible. La resolución de este instrumento, además, será 15 veces superior a la del Hubble.
La búsqueda y estudio de pequeños planetas en órbita de otras estrellas diferentes al Sol, la misteriosa energía oscura que acelera la expansión del universo o las galaxias que están a más de 13.000 millones de años luz de distancia son retos clave de los telescopios ópticos de la siguiente generación: el E-ELT y el TMT de EE UU (30 metros de diámetro), que estará en Hawai. Como siempre en ciencia, los descubrimientos inesperados serán especialmente interesantes.
"Tenemos una relación óptima con el equipo del TMT e intercambiamos información, como lo hicimos en el pasado, cuando estábamos haciendo el VLT y colaborábamos con los Gemini, el Subaru... en el Club de los ocho metros", ha explicado a este periódico Massimo Tarenghi, padre del VLT y delegado del ESO en Chile.
¿Serán mejores estos grandes ojos terrestres que el Hubble, o que su sucesor el James Webb (JWST)? Más bien serán complementarios, como lo son ahora los telescopios en el suelo y en órbita.
En el espacio, los telescopios evitan las turbulencias de la atmósfera por la que tiene que pasar la luz de los astros antes de llegar a la superficie terrestre, y sus imágenes tienen una tremenda resolución, con detalles muy finos. Pero a la hora de ver objetos muy lejanos cuya luz llega muy débil a la Tierra, lo que cuenta para ver bien es la mayor superficie captadora de fotones (partículas de luz), y en esto ganan los grandes espejos. No hay que olvidar que hace falta captar suficiente luz de estrellas y de galaxias para poder analizarla y conocer así su composición química y sus características. No cabe apuntarse a lo mejor de cada uno porque, por ahora, nadie sabe cómo poner en órbita un telescopio espacial de 30 o 42 metros (el espejo del JWST será de 6,5 metros).
La estrategia de los astrónomos es utilizar el Hubble (o su sucesor) para otear el universo, y profundizar en el estudio de los objetos celestes con los grandes observatorios terrestres.
El espejo del E-ELT no será de una sola pieza sino que estará formado por 1.000 segmentos hexagonales que funcionarán, a efectos ópticos, como una única superficie (igual que los dos Keck actuales y su hijo, el Gran Telescopio de Canarias). Será un espejo de 1.200 metros cuadrados, el doble que el del TMT.
"La industria española está muy bien preparada y colocada para fabricar componentes de alta tecnología del nuevo telescopio, como la cúpula, la estructura o el soporte del espejo principal, independientemente de su ubicación", explica Xavier Barcons, investigador del CSIC y delegado de España en el ESO. "Y la comunidad española está especialmente interesada en él, para trabajar en temas desde la búsqueda de exoplanetas tipo Tierra, pasando por la identificación de las estrellas que forman las galaxias cercanas o el análisis de las galaxias más tempranas en la historia del Universo", continúa. "Somos el tercer país que ha presentado más ideas científicas de alta calidad, tras Alemania y el Reino Unido".
El plan es empezar a construir el telescopio gigante el año que viene. "Si la ESO lo aprueba este año, pensamos obtener la primera luz en 2018 e iniciar la observación científica en 2019", dice Tarenghi.
Chile, lugar preferente para observar el cielo
Con seis importantes observatorios internacionales en funcionamiento, el norte de Chile es una ubicación favorita de la astronomía mundial. Cinco de los actuales 12 grandes telescopios (del rango de ocho-diez metros) operan en Chile; el resto están en EE UU (cuatro en Hawai), uno en Sudáfrica y otro en Canarias (el GTC). Los ojos terrestres en Chile están protegidos con sistemas antisísmicos, incluido el que deja suspendidos los espejos en caso de temblores.
Hace ya medio siglo que, los estadounidenses primero y los europeos muy poco después, descubrieron la extraordinaria calidad del desierto chileno para instalar observatorios astronómicos, que además ven el cielo del Hemiferio Sur.
Estados Unidos se instaló primero en Cerro Tololo y después en Las Campanas y en Cerro Pachón, donde alojó telescopios de colaboración con otros países. La Silla fue la primera elección del Observatorio Europeo Austral (ESO), que después montó en Cerro Paranal su conjunto de cuatro telescopios VLT, de 8,2 metros cada uno. En el llano andino de Chajnantor, a más de 5.000 metros de altura, se construye ahora el radiotelescopio avanzado ALMA, del ESO, EE UU, Canadá, Japón y Taiwan.
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