Un ensordecedor silencio histórico
Si uno tiene la costumbre -quizá buena, pero casi siempre dolorosa- de estar al corriente de las últimas noticias -ya saben, la casi victoria post mórtem de un caudillo, con los superpoderes del Cid, sobre esa lujuria por la integridad que caracteriza al juez Garzón- o si uno decide abandonarse al cristalino propósito didáctico de este oportuno documental, quizá no tenga otro remedio que asumir una idea inquietante: el final de la Guerra Civil nunca tuvo lugar. O fue un espejismo impuesto por decreto.
Se podría ir más allá: la contienda fue el único momento en que el país fue consecuente con su médula de tierra de esencia cainita, segmentada en dos Españas irreconciliables, tan capaces de evolucionar en sus formas, como incapaces de encontrar un idioma común para el balance de daños. La violencia que la aprobada Ley de Memoria Histórica ejerce sobre el pacto (o conspiración) de silencio sobre el que se asentó la llamada Transición es el gran motor de este documental de José Luis Peñafuerte, que pulsa a fondo la funcionalidad del formato para espolear el debate en presente.
LOS CAMINOS DE LA MEMORIA
Dirección: José Luis Peñafuerte. Género: documental. España, 2010.
Duración: 96 minutos.
Los caminos de la memoria sólo comete una tontería: esas transiciones que ritualizan el pulso entre las dos Españas en clave de danza contemporánea. El resto pinza los nervios precisos, tanto al registrar el dolor, la indignación o la decepcionada humanidad de los vencidos como al articular su narrativa a partir de la transmisión pedagógica a unas nuevas generaciones que ojalá siempre tuviesen el grado de atención que muestran -o simulan- en la película. En algunos momentos, Peñafuerte no teme ser incómodo, ni agresivo: algunas de las escenas más cargadas de violencia y mal rollo en este trabajo son de fecha reciente. En concreto, de una estremecedora celebración del 20-N en el Valle de los Caídos y la plaza de Oriente. También resulta particularmente certera la mención, en una de las declaraciones recogidas, al doctor Vallejo-Nágera y su teoría del gen marxista. Peñafuerte tiene claro que hablar de memoria histórica no es remover el pasado, sino, en todo caso, esclarecer el presente, dirigiendo su mirada a las razones individuales.
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