La pasarela de los científicos
Nos colamos en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS, en sus siglas en inglés), que durante cuatro días se celebró en San Diego (EE UU). Un macrocongreso de 150 sesiones con 8.000 investigadores de 50 países. La llamada triple-a-ese, creada en 1848, es la mayor agrupación científica del planeta. Engloba a unas 260 sociedades con 10 millones de miembros en todo el mundo y edita la revista científica más leída, Science. Su reunión anual es un perfecto barómetro de lo más in en ciencia, lo último, lo que marca tendencia. Desde el cambio climático, el sida y el hambre en el mundo, hasta los corales y selvas en peligro, la reproducción asistida, los escáneres cerebrales y las células madre. Desde los grandes retos de la humanidad para los que se espera que la ciencia tenga respuesta hasta las discusiones de científicos sobre científicos: ¿es lícito maquillar algún datillo si el objetivo es dar un mensaje contundente y claro a la sociedad, como en el caso del cambio climático?
El láser de California aspira a "construir una pequeña estrella en la Tierra" para reproducir su fusión nuclear
"Nadie cree que intervenir globalmente en el planeta sea deseable; sabemos que puede resultar peligroso"
1. Cirugía planetaria. En 1958, el ejército estadounidense hizo estallar tres bombas nucleares en la ionosfera sobre el Atlántico Sur y logró así, además de generar auroras artificiales, envolver la Tierra en cinturones de radiación que tardaron semanas en desaparecer. El proyecto, llamado Argus, se desarrolló en plena guerra fría. Nadie sabía qué podía pasar. El conocimiento sobre el espacio en torno a la Tierra era escaso, pero el experimento se hizo. Lo ha contado James R. Fleming, del Colby College (EE UU), para ejercer de china en el zapato en la sesión sobre geoingeniería, disciplina que se basa en la siguiente idea: hasta ahora hemos transformado el planeta sin querer -el clima, el nivel del mar, la química atmosférica -, así que ahora hagámoslo intencionadamente. Por ejemplo, enfriemos la Tierra inyectando en la atmósfera pequeñas partículas que reflejen parte de la luz solar de nuevo al espacio. O hagamos que las nubes situadas sobre el mar tengan más gotitas de agua con el mismo fin.
Por ahora, los científicos sólo pueden suponer lo que pasaría. Salvo proyectos de fertilización del océano con hierro para que el plancton crezca y absorba más CO2, sin resultados concluyentes, apenas hay experimentos recientes en geoingeniería. ¿Hay que lanzarse a hacer más? La ciencia no es monocolor. "Nadie cree que intervenir globalmente en el planeta sea deseable; es más, sabemos que puede ser peligroso, pero, dada la situación actual, debemos investigar esa opción", dice Ken Caldeira, de la Universidad de Stanford (California). Martin Bunzl, de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey, EE UU), replica: "Lo que hay que hacer es no emitir tanto CO2 y secuestrar carbono. En la atmósfera no hay fronteras. ¿Qué pasa si actuamos sobre África para evitar la sequía y alteramos los monzones en Indonesia? ¿Y si los cambios que provoquemos son irreversibles? No podremos dar a un botón y volver atrás".
2. la atmósfera y el subsuelo. Unos discuten cómo enfriar la Tierra y otros entonan un mea culpa por no haber contado bien que se está calentando. El tema de fondo es eterno: ¿hasta qué punto el liderazgo del mundo se basa en la ciencia? Y ¿hasta qué punto debería? Sobre el prestigio de la comunidad científica planean las recientes acusaciones a investigadores del Reino Unido de ocultación de datos sobre clima -el famoso climategate-: "Hemos sufrido un ataque considerable, pero las conclusiones científicas sobre el cambio climático no han cambiado en modo alguno", insiste Ralph Cicerone, presidente de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense.
En cualquier caso, en San Diego quedó claro que la Tierra del siglo XXII será muy distinta de la actual. Nuevos experimentos en tierra y una batería de satélites habrán recopilado para entonces infinidad de datos sobre el funcionamiento de la atmósfera, sobre cuánto CO2 se emite y absorbe en cada proceso humano y natural, sobre corrientes marinas, salinidad y acidez del océano, nivel del mar Serán valores muy distintos de los que se obtendrían en un planeta sin humanos. Es más, dentro de un siglo incluso el subsuelo habrá cambiado. De almacén natural de petróleo habrá pasado a ser nuestro trastero, el lugar donde guardar durante milenios desde dióxido de carbono reabsorbido de la atmósfera hasta residuos nucleares que siguen siendo radiactivos durante decenas de miles de años. En la reunión se presentó el que será probablemente el primero de estos cementerios nucleares permanentes: Suecia empezará a construir el suyo en breve, para almacenar hasta 12.000 toneladas de residuos en un lecho de roca cristalina a entre 400 y 700 metros de profundidad. También hay un proyecto finlandés muy avanzado.
3. ¿puede la ciencia alimentar al mundo? El reto es aumentar entre un 50% y un 70% la producción agrícola en un planeta con un clima alterado, menos suelo para cultivo y 9.000 millones de personas en 2050 según Naciones Unidas. Además, hay que hacerlo con menos agroquímicos y combustibles fósiles. ¿La cuadratura del círculo? Hay en la triple-a-ese varias líneas de pensamiento. Una de ellas lleva directa a la biotecnología. Para Richard Flavell, de la empresa estadounidense Ceres, "los transgénicos son la tecnología que más rápidamente ha logrado implantarse en la agricultura y la que logrará las variedades idóneas". La costarricense Ivette Perfecto, de la Universidad de Michigan, cree, en cambio, que "la agricultura industrial ha generado mucha comida, pero no ha evitado el hambre y ha generado enormes problemas ecológicos". Defiende que la agricultura no intensiva conserva la biodiversidad, reduce emisiones de CO2 y combate la pobreza porque preserva la soberanía sobre las cosechas.
4. buscando energía desesperadamente. El primer láser se inventó hace 50 años, y entonces no se sabía bien para qué serviría. Hoy tiene un sinfín de descendientes tecnológicos. Quizá de todos ellos acabe siendo el más importante el National Ignition Facility (NIF), el mayor láser del mundo, recién inaugurado en el Lawrence Livermore National Laboratory (California). El NIF aspira a construir "una pequeña estrella en la Tierra", dijo Edward Moses, su responsable. El objetivo es reproducir la reacción de fusión nuclear que ocurre en las estrellas para así disponer de "una fuente de energía inagotable, sin problemas de geopolítica, y limpia, sin emisiones de dióxido de carbono", explica Moses. ¿Un sueño? Según un ya viejo y exagerado chascarrillo, hace 50 años que la fusión nuclear se anuncia como fuente de energía que estará disponible dentro de 50 años. En cualquier caso, hay otro proyecto muy distinto -sin láser- que persigue el mismo objetivo, el reactor internacional ITER, en construcción en Cadarache (Francia).
En cuestiones de física, quizá lo más llamativo de la triple-a-ese fue la explicación de por qué estamos aquí, en el sentido más amplio. Tal vez sea cosa de los neutrinos, las partículas más evasivas del universo. Interaccionan tan poco con la materia que cada segundo nos atraviesan trillones de ellas (obviamente, sin que nos enteremos). Hace una década se descubrió que tienen masa, aunque ínfima, y eso ha servido para abordar otra pregunta fundamental: ¿por qué, cuando materia y antimateria se aniquilaron después del Big Bang, sobró un poco de materia? Es importante desde el momento en que nosotros estamos hechos de ese excedente. ¿Podría la masa de los neutrinos ser la causa de ese extra de materia? Los físicos quieren averiguarlo lanzando un haz de neutrinos a través de la corteza terrestre desde un acelerador de partículas en Fermilab, en Chicago, hasta el que será, si el proyecto prospera, el laboratorio subterráneo más profundo del planeta, en Dakota del Sur, a mil kilómetros de distancia. Si funciona, ya está: una pregunta menos en la lista de las existenciales.
5. sueño y memoria. Nada de lo anterior, ningún aparataje, ninguna tecnología, funciona sin el intangible de las ideas. La reunión de la AAAS no podía no incluir sesiones sobre el software humano, esto es, el cerebro. La frontera interior. ¿Qué hay de nuevo en neurociencia? Un titular: el sueño y la música son importantes para el aprendizaje. Hay muchas evidencias ya de que dormir asienta lo aprendido. Pero Matthew Walker, de la Universidad de California en Berkeley, ha refinado la idea investigando las áreas del cerebro implicadas y concluyendo que el sueño limpia la memoria a corto plazo y deja así sitio libre para más información: los recuerdos del día se almacenarían temporalmente en el hipocampo -un área importante en la memoria-, para después ser enviados a la corteza prefrontal, donde habría más capacidad de almacenamiento. "Es como si el buzón de correo entrante del hipocampo se llenara y simplemente no van a entrar mensajes nuevos hasta que se vacíe", dijo Walker. El cerebro durmiente se dedica a mover los recuerdos a otra carpeta. "Una noche sin dormir reduce la capacidad de asimilar conocimientos en casi un 40%". P
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