La locura llega a Turín
El Museum of Everything es algo más que una colección de arte, es una experiencia. En él, James Brett ha reunido obras de artistas marginales, enfermos mentales, solitarios. La intensa balada de los sin papeles del arte contemporáneo, ajenos al sistema oficial de academias, museos, promoción y subastas. "Se trata de un museo para cualquier cosa, un lugar donde nada o nadie está excluido", explica Brett, un apasionado del arte virgen.
Cuando el año pasado la colección se expuso por primera vez en Londres, en un edificio abandonado de Regent's Park, el éxito fue rotundo. Ahora, hasta el 29 de agosto, la Pinacoteca Giovanni e Marella Agnelli de Turín alberga 200 de esas piezas.
Morlon Barlett (1902-1992), huérfano y soltero, plasmaba la familia que nunca tuvo en sus muñecas dulces e inquietantes. Alöise Corbaz (1886-1964), ama de llaves suiza, internada porque estaba loca de amor por el príncipe de Austria, daba forma a sus sueños con lápices de cera y dibujaba mujeres enfundadas en vestidos pomposos, princesas orgullosas de mirada triste.
William Hawkins (Kentucky, 1895-1990) y Sam Doyle (Carolina del Sur, 1906-1985), camionero uno, empleado en una lavandería el otro, crearon imponentes imágenes de colores chillones. Judith Scott (1943-2005), con síndrome de Down, se comunicaba a través de sus ensamblajes meticulosos. "Son artistas llenos de belleza salvaje, honestidad y falta de pretensiones", dice Brett.
Muchos fueron descubiertos tras su muerte: los cuadros de Josef Karl Rädler (1844-1917) estaban en un desguace cuando murió tras 25 años de manicomio. "Una inyección de sinceridad", dice la catedrática Eva di Stefano que en la Universidad de Palermo dirige un seminario sobre este "arte paralelo".
Babelia
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