Luque, herido, y Pinar, oreja de peso
Rubén Pinar manejó los caprichos de sus toros con suficiencia. Imponiendo su ley. Y la mejor manera de imponer esa ley, era no ceder un palmo de terreno. Sus dos toros no fueron ni fáciles ni difíciles, pero sí de medir a un torero. A saber: mansearon en varas, se plantaron sin entrega en banderillas, incluso con algo de genio el tercero, y en la muleta no se medio rindieron hasta sentirse dominados. Así fue. Ante esas, Pinar plantó sus reales sin complejos; también sin aspavientos. Decidido a ganar la batalla sin buscar recursos de galería. Al tercero, que le mandó una tarascada a la yugular al segundo muletazo, le fue ganando la voluntad poco a poco. Faena modelada con paciencia y de torero despierto, de largas manos. De hurtar los pases de uno en uno, como tocaba.
ALCURRUCÉN / CID, LUQUE, PINAR
Toros de Alcurrucén, correctos de presencia, mansitos y manejables.
El Cid: media -aviso- y cinco descabellos (silencio); pinchazo -aviso-, media (saludos); entera baja (silencio). Daniel Luque: estocada, descabello -aviso-, otro descabello (ovación). Rubén Pinar: dos pinchazos -aviso-, más de media y descabello (saludos); estocada (oreja).
Plaza de Valencia, 17 de marzo. 7ª de feria. Más de media.
Corrido el turno por percance de Luque, mató Pinar en quinto lugar el que debió salir último. Más de lo mismo en este toro, idénticas armas, pero el conjunto mejorado y perfeccionado. Bien plantado en la arena, sujetó al toro metiéndole la muleta en la cara. Seguridad aplastante. Y valor seco. Certero al matar, recogió ahora el premio que se le había escapado en el otro por la espada.
El Cid mató tres toros por la cogida de Daniel Luque. Se esforzó en los dos de su lote y se centró más en el cuarto. Faena entre dos aguas, recia y clásica a la vez, ligera sobre la derecha y más ligada al natural. Al matar sufrió un corte en la frente. En el primero no acabó de aprovechar su buen pitón izquierdo. Mató en último lugar el segundo del lote de Luque. Toro manso. No acertó a las primeras de cambio y echó las cartas pronto.
Muy de componer la figura la faena de Daniel Luque al segundo. Un boceto que no acabó de definirse como obra. Se quedó en buenas intenciones a un toro mansón de va y viene, que le sorprendió en un descuido y lo hirió de carácter leve en la zona tibial de la pierna derecha que le impidió lidiar su segundo.
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