Dobles verdades

El temporal de nieve que se abatió el pasado lunes sobre Cataluña ha creado especialistas de la alta y media tensión, filósofos del vatio y profetas del voltio. Políticos y medios de comunicación han teorizado a propósito de la doble alimentación eléctrica, la distribución en red, la media y la alta tensión. Las compañías eléctricas se han dedicado más bien a profundizar en la etimología de la expresión "catástrofe natural", con el prosaico objetivo de evitar ser quienes paguen la factura del caos que ha dejado a oscuras a decenas de miles de abonados y ha ocasionado pérdidas de más de 100 millones de euros. Con ello lograrían que sea el salvífico dinero público -a través del Consorcio de Compensación de Seguros del Ministerio de Economía- el que resarza a los perjudicados.

En el proceso de ejecución de la MAT se ha visto que no es lo mismo predicar en el territorio que votar en el Parlament

El episodio más triste de esta semana ha sido la muerte de una persona el pasado miércoles en una localidad del Baix Empordà por inhalación de monóxido de carbono. Más de un centenar de ciudadanos resultaron intoxicados debido a ese ejercicio al que la falta de electricidad retrotraía. Era un regreso a los años del gasógeno y la autarquía, que ha repuesto en la pasarela de últimas tendencias estufas y braseros.

Y en el terreno político, si algo ha puesto de relieve este temporal han sido las contradicciones en el seno de los propios partidos a propósito de la necesidad o no de la línea de muy alta tensión (MAT). En descargo de las formaciones políticas, hay que desempolvar la doble verdad de Averroes: lo verdadero en teología puede no serlo en filosofía. Es decir, no es lo mismo predicar en el territorio que votar en el Parlament. Alcaldes de formaciones que ahora se erigen en grandes defensoras de la MAT han protagonizado episodios de oposición en el territorio. El Departamento de Economía sabe de la labor de disuasión que ha debido realizar para aplacar esos conatos de rebelión.

Como ejercicio intelectual resulta encomiable, pero, llevada al terreno de la política, el cultivo de la doble verdad averroísta redunda en un notable descrédito. Con frecuencia, la retórica vacía y comercial sustituye al discurso contundente y de difícil digestión. La cultura del consumismo político, de la que es partícipe y colaboradora indispensable la ciudadanía, promueve tan amplia como contradictoria gama de discursos. El "no en mi pueblo" de oposición a la MAT choca con lo oficialmente sostenido por las grandes formaciones sobre la necesidad de nutrir energéticamente a una Costa Brava que cada verano roza la catástrofe por la falta de oferta. En los últimos años, sirva a modo de ejemplo, hemos visto a los alcaldes convergentes de Seva y Taradell oponerse a la línea de muy alta tensión. Dentro de la comarca de Osona, otro tanto han hecho los ediles socialistas de Sant Martí de Centelles y Balenyà. Mientras, PSC y CiU como formaciones nacionales mantenían posturas oficialmente favorables a la MAT. Esquerra e Iniciativa han salido, en este sentido, mejor librados, aunque mantengan unos equilibrios en el seno del Gobierno difícilmente explicables. Nadie escapa indemne. Todos salen más o menos corneados.

Y para agregar al debate entre doctrina territorial y general, que ha brindado la MAT, ¿Qué decir de la ubicación del cementerio de residuos nucleares en Ascó? No hay ningún motivo para no creer a Rafael Vidal, alcalde convergente de la localidad de la Ribera d'Ebre, cuando el pasado mes de enero declaró a este diario: "Les dije a Montilla y Mas que nos íbamos a presentar

[como candidatos a albergar el cementerio] y lo aceptaban". "No nos animaron, pero asumían la candidatura como autonomía local", agregó el regidor nacionalista. Esta misma semana, el Parlament aprobó una moción con los votos de PSC y CiU en la insta al Gobierno central a no ubicar "en ningún lugar de Cataluña" el almacén temporal de residuos nucleares.

Definitivamente, somos hijos del Syllabus de Pío IX. La encíclica, compendio de los "errores" derivados de la revolución francesa y la modernidad, distinguía con finezza entre hipótesis y tesis. La teoría (tesis) -según la interpretación pontifical- señala que las libertades ilimitadas son perversas. En la práctica (hipótesis), en razón de las circunstancias pueden ser tolerables.