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Reportaje:La gran noche del cine | El mayor desfile de moda

Alfombra roja tirando a merengue

Proliferan los tonos pastel y de romanticismo principesco en la pasarela de los Oscar

Eugenia de la Torriente

"La alfombra roja se ha convertido en el mayor desfile de moda del planeta". La tajante afirmación parte de la coordinadora de estilismo de la ceremonia Patty Fox. Incluso en plena semana de desfiles en París, el foco de máximo interés en lo que a trapos respecta se desplaza a esos metros de moqueta colocados en la entrada del teatro Kodak de Los Ángeles. La 82ª edición de esa pasarela de gala es un baremo bastante preciso del estado de ánimo de la moda. Hay que ser optimista y alimentar el sueño. Pero sin pasarse. De ahí, la proliferación de tonos pastel y de romanticismo principesco. Merengue de fiesta de promoción. Eso sí, de lujo.

Hay que tener en cuenta que en el romance entre la industria y las actrices hay, como en cualquier relación, un punto de tensión soterrado. A la primera le gustaría que ellas se atrevieran a asumir más riesgos. Pero las segundas no quieren convertirse en una mascota de la modernidad que termina ridiculizada en los incontables y minuciosos análisis de sus atuendos que reverberan por todo el globo. Entre las que el domingo se atrevieron a jugársela estaba Zoë Saldana, con un fantasioso vestido de alta costura de Riccardo Tisci para Givenchy. También directos de los talleres de los artesanos de la costura salieron los dos trajes de Armani Privé que lucieron Jennifer López y Amanda Seyfried. A juzgar por los aparatosos resultados, muchas se alegrarán de haber elegido caminos más discretos.

Aún así fue una noche de poco negro. Un salvavidas al que apenas se agarró (la habitualmente osada) Carey Mulligan con su sobrio vestido de Prada. El comodín esta vez fueron grises y colores empolvados. El aire de ingenua debutante que transmiten es legítimo en recién llegadas como Anna Kendrick (de Elie Saab). Después de todo, hace un año la chica veía los Oscar desde casa "y en chándal". Pero ¿qué pinta en ese papel Sarah Jessica Parker? Su Chanel sale de una colección, la de este verano, que es un culto a la inocencia y la juventud. El otro Chanel, un poco menos cándido, lo llevó una correcta pero sosa Diane Kruger. Entre la marea de atuendos grisáceos y azucarados, destacaron los que confiaron en el brillo para conseguir algo más de dramatismo. Por ejemplo, Cameron Díaz (Óscar de la Renta) y Sandra Bullock (Marchesa).

Las pocas concesiones al color fueron el grana y el azul. El color del vino y la pasión es un valor adulto al que se entregaron Sigourney Weaver, Penélope Cruz y Michele Pfeiffer, con sus respectivos Lanvin, Donna Karan y Carolina Herrera. Las dos mujeres más alejadas del estrecho canon de belleza que rige en Hollywood dieron una lección de confianza con atuendos azules. Gabourney Sidibe (de Marchesa) y Mo'Nique (de Tadashi Shoji). Se une a su selecto club de mujeres con personalidad Maggie Gyllenhall gracias a uno de los escasos estampados. Lo firmaba Dries Van Noten.

En el capítulo de decisiones desconcertantes, dos interrogantes. ¿De dónde viene la fijación de Meryl Streep por Chris March, un concursante del reality Project Runaway? ¿Y por qué la escandalosamente guapa Charlize Theron se empeñó en que nadie le mirara a la ojos con un de Dior que centraba la atención sobre sus pechos?

Charlize Theron (Versace) y Anna Kendrick (Elie Saab)
Charlize Theron (Versace) y Anna Kendrick (Elie Saab)EFE
Mo' Nique (Tadashi Shoji)
Mo' Nique (Tadashi Shoji)EFE

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