Una revista de prensa en absoluto neutral
Preguntas de juegos recreativos: ¿La extrema derecha republicana, la de Sarah Palin y los Tea Party, sigue las consignas de la ultraderechista cadena Fox y sus cavernarios comentaristas, o es más bien al revés, que aquéllos y los potentes grupos económicos y religiosos que representan son quienes pagan y los voceros se limitan a ganarse su apetecible salario? ¿Es el Partido Popular quien sigue las consignas de la miríada de comentaristas y gurús reaccionarios que pueblan la prensa, radio y televisión patria, o Génova, FAES y los centros autonómicos peperos mandan papelitos (y subvenciones) que diligentemente recogen sus altavoces mediáticos? El resultado, o así lo cree quien esto escribe, es un panorama aterrador, con fanáticos sin reciclar llenando papeles, micrófonos y pantallas con un monocorde discurso antidemocrático, en ocasiones al borde del fascismo. Ladran, pero muerden.
Sabrán cómo manipula Pedro J. Ramírez o fascistea Alfonso Ussía
Otra pregunta recreativa más. ¿Conviene, entonces, silenciarles, no hacerles el más mínimo caso, no extender sus panfletos más allá del ámbito en el que se mueven, o es útil denunciarles, mostrar a todo el mundo la saña de sus imprecaciones, el grosor de sus insultos? Creo, sinceramente, que el silencio ha cebado a estos suevos, vándalos y alanos. La suficiencia de la izquierda les ha dejado engordar hasta convertirse en un foie indigerible por monstruoso. Casi nadie se atreve - gran mérito el de alguno que ya lo hace, incluso a diario- a afearles conducta, sacarle los colores, ponerles en evidencia, devolverles el mandoble o el vómito. La capacidad de chantaje de estos desbocados es mucha y han logrado acoquinar a dirigentes de relumbrón.
Nos vamos a sumar a esos osados desde El ojo izquierdo, y a primera hora de la mañana, en ELPAÍS.com, de lunes a viernes, desayunaremos con los otros y les contaremos qué dice la alegre muchachada. Les mostraremos desnudos y les describiremos sus sapos y sus culebras, porque su virulencia, su brutalidad, no son creíbles si no se tocan, si no se comprueba su acrimonia con nuestros propios sentidos. Así sabrán cómo sermonea y manipula Pedro J. Ramírez, reza Juan Manuel de Prada o fascistea Alfonso Ussía. Y si algún día hay tiempo y fuerzas, a lo mejor también alcanzamos a transcribir a Jiménez Losantos o a César Vidal, e incluso a algún minino de la tele digital o alguna rata del subsuelo bloguero ultraderechista. Degustarán tan sólo una muestra de sus pócimas -un día una cita, otro un párrafo- y ustedes valorarán si con ello tienen suficiente o precisan mayores dosis y se atreven con el artículo en toda su extensión.
Por mí no se preocupen. Los catavenenos como el firmante, para mejor advertir a sus señores, se inmunizaban ante cualquier ponzoña a base de trincarse preventivamente cantidades ínfimas de dichos tóxicos, en un incipiente descubrimiento de la seroterapia, así fuera la cicuta de Sócrates, el arsénico de Agripina o la cantarella de los Borgia.
Si acaso ustedes tienen el organismo más sensible y sintieran algún malestar estomacal, ético o moral durante la lectura de esta sección, no duden en teclear http://www.gorgas.gob.pa/museoafc/loscriminales/criminologia/arsenico.html. Allí encontrarán la receta de Mitrídates VI para elaborar el más famoso de los contravenenos.
Elaboración compleja, pero logro garantizado. De hecho, aquí me tienen.

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