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Reportaje:

El fotógrafo total

La experimentación marca la retrospectiva de Alberto Schommer en el Museo de Bellas Artes - La muestra recorre 57 años de trabajo

La popularidad que el fotógrafo Alberto Schommer (Vitoria, 1928) consiguió con sus series de retratos -un Salvador Dalí coronado como un rey o Tarancón levitando con un crucifijo entre sus brazos- le convirtieron en el cronista visual de la España de la Transición. Pero Schommer no ha sido sólo un fotógrafo de estudio, capaz de seducir a los personajes con poder y a los artistas para que posaran para él con un toque surrealista o consintieran un fotomontaje. La retrospectiva que ayer inauguró el Museo de Bellas Artes de Bilbao con cerca de un centenar de fotografías realizadas entre 1952 y 2009 muestra a un artista que se "enfrenta a la experimentación sin complejos", en palabras del comisario de la exposición, Alejandro Castellote.

La exposición revela la búsqueda continua de la experimentación
"Creo en el futuro, creo en los medios nuevos", dice el artista

Schommer explicaba ante la exposición que recorre su vida creativa que siempre ha buscado comunicar con otras personas. Es, dice Castellote, "el fotógrafo total" que ha abarcado todo el espectro de lo fotográfico.

La retrospectiva arranca con las imágenes que realizó hasta 1966, la época que empezó a cuajar su estilo personal a partir de la técnica aprendida en el estudio de su padre en Vitoria, su afición a la pintura y la influencia reconocida de fotógrafos como Irvin Penn, Richard Avedon y William Klein.

La exposición incluye ejemplos de las célebres series de retratos de personajes de la política, la economía y el arte. Junto a ellos aparecen trabajos realizados fuera del estudio, como paisajes urbanos o las fotografías seleccionadas entre los cerca de los 60 libros y catálogos que Schommer ha publicado a lo largo de su carrera. O los Paisajes negros, en los que el fotógrafo ha trabajado con los negativos de distintas épocas de su vida, reduciendo la gama de grises hasta acercar los paisajes al aspecto de un austero aguafuerte.

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Con las Cascografías, Schommer transforma las dos dimensiones de la fotografía introduciendo el volumen al doblar y craquelar la superficie. Y al final del recorrido aparecen los retratos convertidos en los últimos años en poliedros, que en cada cara muestran un enfoque complementario del personaje. "Es la misma fragmentación que aparece muchos años antes en sus fotografías y montajes", destaca el comisario.

Schommer sigue en activo. Trabaja en "algo que no sea lo que he hecho hasta ahora" y que le puede llevar a retratar China, Brasilia o el abandono de África. Castellote recuerda que siempre se ha servido de la fotografía para "hacer un canto a la Humanidad". Schommer utiliza los medios de siempre, "la fotografía convencional", dice, pero aplaude la renovación tecnológica en el campo que considera la disciplina más fuerte del arte contemporáneo. "Creo en el futuro. Creo en la fotografía nueva, en los medios nuevos", afirma.

Alberto Schommer, ayer, en el Museo de Bellas Artes entre los retratos de Andy Warhol y Roy Lichtenstein.
Alberto Schommer, ayer, en el Museo de Bellas Artes entre los retratos de Andy Warhol y Roy Lichtenstein.LUIS ALBERTO GARCÍA

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