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Columna
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'Orate fratres'

Sin darnos cuenta se nos ha venido encima el Desayuno Nacional de Oración previsto en la Casa Blanca para el próximo jueves, momento en el que se producirá la intervención del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en calidad de orador extranjero relevante con un tiempo máximo de intervención tasado en unos diez minutos. Al parecer es costumbre reservar el nombre de ese invitado principal (que en esta ocasión es nuestro Zapatero) hasta pocas horas antes del encuentro. Pero sucedió que el nuevo embajador de los Estados Unidos nada más llegar a Madrid soltó la liebre, y desde ese momento hemos ido todos con el teléfono móvil en busca de alguna migaja informativa.

Será interesante escuchar desde qué pista bíblica inicia Zapatero sus palabras en el Desayuno de Oración

Pero antes conviene recuperar la memoria de esta peculiar convocatoria orante, que se celebra cada año desde 1953. Su perfil estaba muy desvanecido entre nosotros pero consta que es una cita a la que se han ido sumando de modo sucesivo un buen número de nuestras personalidades políticas y sociales más o menos relevantes, por lo general situadas entre el centro y la derecha, ya sea en sus modalidades civilizadas o cerriles.

El Desayuno Nacional de Oración es un buen ejemplo de cómo prenden en Estados Unidos los usos y costumbres que, además, son aceptados sin generar reacciones intempestivas en quienes permanecen ajenos a la cuestión. Si nuestros obispos en Conferencia no hubieran cambiado la seda por el percal y desertado de los oficios religiosos dentro de los templos en favor de las manifestaciones callejeras, renunciando a la oración para enronquecer con las consignas, tal vez habrían logrado a estas fechas prestigiar, por ejemplo, la vigilia de la Inmaculada, con la ventaja añadida que ofrece siempre el ayuno, porque el hambre agudiza el ingenio y está probado que añade fervor a la oración, tan dificultada al contrario cuando sobreviene el estado de saciedad y quedamos abotargados.

Será interesante escuchar el jueves por dónde se arranca en su plegaria el presidente Zapatero, desde qué pista bíblica inicia el despegue, en qué tonos y en qué términos lo hace. Es seguro que después del atentado de ayer a nuestros soldados en Afganistán va a tenerlos en su memoria. Claro que, como señala Canetti, la alegría del más débil es darle algo al más fuerte y, por eso, quedamos pendientes de saber cuál será la ofrenda a presentar en el Desayuno. El resto del programa a cumplir en Washington se iniciará la víspera por la tarde en un encuentro con el Center for American Progress, un think tank del Partido Demócrata que mantiene relaciones activas con la Fundación Ideas, encomendada al ex ministro Jesús Caldera. También será recibido por la American Chamber of Commerce y por The Atlantic Council, otra fundación de signo progresista. Pero más significativo que el anterior programa son los acompañantes que se han ido conociendo mediante la técnica del goteo, la cual ha cambiado nuestra agricultura. Los elegidos como amigable compañía por decirlo con la terminología del Toisón, proceden de tres ambientes: el de los medios de comunicación, el del empresariado con inversiones en Estados Unidos y el del Congreso de los Diputados.

Son invitaciones cursadas de teléfono móvil a teléfono móvil, así que en las horas que quedan a quienes se sientan todavía posibles candidatos se les recomienda esforzarse por mantenerlos conectados y en disposición de recibir llamadas. Dado que en principio nadie rehúsa una invitación que venga del presidente del Gobierno, la lista de acompañantes deberá ser examinada como una radiografía de las obligaciones que siente, de las afinidades que declara y de las complacencias que prodiga aquel a quien corresponde la iniciativa de invitar. Los únicos nombres que más polémica han suscitado son los del mundo mediático. Sobre todo porque algunos siguen sin explicarse la indestructible entente Zetapé-Jotapé, cualesquiera que sean las turbulencias de la navegación, las armas dialécticas o las conspiraciones que el segundo haya empleado contra el primero. Porque es en ese periodista y en su piscina en quien el presidente viene demostrando desde su elección como secretario general del PSOE en 2000 haber puesto todas sus complacencias.

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¡Qué cortos de memoria! En aquellos tiempos de la incierta Transición, el presidente Adolfo Suárez, saludado bajo el título de ¡Qué error, qué inmenso error!, se dejó decir de todo por el diario EL PAÍS, convencido como estaba de que era ese periódico el único que otorgaba la patente de demócrata a la que tanto aspiraba. Para Zetapé ahora es Jotapé quien la distribuye o la deniega y siempre estará dispuesto a soportar con buen ánimo cuanto haga falta para merecer su aprobación.

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