La deuda tiene siete décadas. La contrajo una nación con un puñado de decididos héroes fanáticos del arte, poco dados a pensar que el genio tiene que ver con las nacionalidades o los pasaportes. Doce responsables de nueve museos de todo el mundo, después de días de lucha, negociación y tensión, lograron hacer trasladar en 71 camiones las obras maestras del Museo del Prado
El día amaneció gris franquista. Frío, sin color, como la mañana de diciembre de 1973 en que ETA voló el coche del almirante Luis Carrero Blanco. A la entrada de la calle del Españoleto, en el barrio de Chamberí, en Madrid, varios Seat antiguos y escacharrados rodeaban un cráter de pega.
A sus 33 años, Alan Gilbert sucede en la dirección de la Orquesta Filarmónica de Nueva York a antecesores de la talla de Gustav Mahler, Arturo Toscanini, Leopold Stokowski, Leonard Bernstein, Pierre Boulez, Zubin Mehta o Lorin Maazel. Poca broma. Pero Gilbert juega con una diferencia que la potente mercadotecnia de la orquesta vende como ventaja y que el tiempo dirá si lo es o no: es cantera pura, "uno de los nuestros".