Malos tiempos para el romanticismo
En su interesantísimo libro Romanticismo, una odisea del espíritu alemán (versión española en Tusquets, 2009), Rüdiger Safranski explora la pervivencia hasta nuestros días de "lo romántico", lo que redunda, entre otras muchas cosas, en una búsqueda permanente del misterio y en conferir categoría de extraordinariamente elevado a algunos aspectos ordinarios. Wagner, claro, aparece en sus páginas, en las que queda explicada con naturalidad la necesidad hoy de sus óperas. Alex Rigola ganó el Premio de Jóvenes Directores del Festival de Salzburgo en 2004 con Santa Juana de los mataderos, una obra de Bertolt Brecht, a la que ponía música hip-hop del grupo Black Eyed Peas y un pinchadiscos.
EL HOLANDÉS ERRANTE
De Richard Wagner. Con Johan Reuter, Anja Kampe, Stephen Gould, Hans-Peter König, Nadine Weissmann y Vicente Ombuena. Director musical: Jesús López Cobos. Director de escena: Alex Rigola. Sinfónica de Madrid. Coro Intermezzo. Coproducción con el Liceo de Barcelona. Teatro Real, Madrid, 12 de enero.
Rigola tiene mucho talento, pero esta vez no ha llegado a buen puerto
En una entrevista para EL PAÍS entonces manifestó que su escena preferida era una "proyección de Juana de Arco, de Dreyer, con imágenes superpuestas de Coca-Cola, MacDonald o El Corte Inglés como si fuesen las marcas comerciales las que llevasen a la hoguera a Juana". No es, por tanto, tan sorprendente que en su percepción de Wagner haya afirmado: "Tengo una moto Harley-Davidson, cuyo motor emite con fluidez sonidos en registros muy graves, a diferencia de los ruidos agudos de las motos japonesas. En esos graves constantes y en esa continuidad sonora hay algo que puedo relacionar con la música de Wagner".
La puesta al día escénica de los títulos de repertorio puede desembocar en unos resultados artísticos admirables o quedarse en la banalidad. Mucho me temo que en el caso de El holandés errante presentado conjuntamente por el Liceo y el Real estamos más cerca de lo segundo que de lo primero. En el montaje de Rigola y su equipo hay ocurrencias, pero no una lectura compacta y actual de la leyenda, por muy buenas intenciones de modernidad que la animen. Se desaprovechan las posibilidades escenográficas que la ópera brinda, hay una dirección de actores que no define la psicología de los personajes y una cantidad de gags gratuitos que poco o nada enriquecen el material de partida. Rigola tiene mucho talento, pero esta vez no ha llevado a buen puerto la embarcación.
El holandés errante es una ópera romántica hasta las cejas. El director de orquesta Felix Mottl decía que "por donde se abra la partitura te pega el viento en la cara". En la versión del Real o el viento está en calma o a lo sumo hay ráfagas racheadas. López Cobos es fiel a su estilo y plantea una versión ordenada, pero con dosis de pasión contenida. La orquesta hace lo que puede y el coro grita más de lo deseable. No le vendría mal un poco más de empuje al Holandés de Johan Reuter. Discutible el Erik de Stephen Gould y light hasta el amaneramiento la Senta de Anja Kampe, que dejó escapar sin pena ni gloria la fabulosa Balada. Se mantiene firme y musical Hans-Peter König como Daland. Con todo este panorama escénico y musical no se puede hablar, ni de lejos, de una buena representación de ópera. Lástima tratándose de un título tan admirable.
Babelia
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