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Columna
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"Anodino"

Enrique Gil Calvo

"Anodino": así fue como el Financial Times (órgano neoliberal al que tanto le gusta fustigar los vicios del presunto mal español) describió el programa de trabajo propuesto por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero para la presidencia española de la Unión Europea durante el primer semestre del nuevo año. Y como para desmentir tan denigrante descalificación, ese mismo día nuestro jefe del Gobierno se reunió en La Moncloa con los llamados tres sabios de la socialdemocracia europea, los señores Delors, González y Solbes, a fin de bautizar con su autorizado patrocinio y presentar con mediática solemnidad su flamante Estrategia 2020: ese mismo programa de trabajo que al FT le había parecido tan deleznable. ¿En qué quedamos: es un plan estratégico o sólo "anodino"?

La izquierda europea que representa Zapatero ha dejado de ser voluntarista para convertirse en fatalista

Pero no sólo hablamos de Europa, pues esa misma Estrategia 2020, sólo que aplicada a escala española, es la que también se plantea La Moncloa para salir de la crisis con su nueva Ley de Economía Sostenible, aprobada por el Gobierno el viernes pasado: el mismo día en que se inauguraba oficialmente el semestre español de presidencia europea. Y en esa misma línea, el Gobierno ha planificado para este primer trimestre varios encuentros con las dos partes interlocutoras del diálogo social (la patronal y los sindicatos), tratando de concertar una serie de reformas estructurales del mercado de trabajo (convenios colectivos, formación profesional, empleo juvenil), de las que ni siquiera se excluye lo que hasta la fecha constituía una vedada línea roja: el gran tabú de la llamada reforma laboral, destinada a superar la infranqueable dualización entre el empleo estable y el empleo precario.

Y aún hay además otros campos de juego en que también se ventila la Estrategia 2020, destacando los intentos de llegar a acuerdos consensuados en ciertas materias de Estado (Europa, defensa, terrorismo, energía y sobre todo educación) con el primer partido de la oposición, que también cuenta como los sindicatos con capacidad de veto. Ahora bien, en todos estos planes de trabajo, acuerdo y negociación, que el talante de Zapatero gusta poner en escena, siempre nos encontramos ante la misma duda: ¿es algo que va en serio o es un puro gesto mediático, como en el ejemplo del camarero de Sartre glosado por Ramoneda? O por decirlo a lo Financial Times: ¿es un programa en verdad consistente o es algo sólo trivial, huero, fútil y "anodino"?

Para los más viejos del lugar, la Estrategia 2020 de Zapatero no puede menos que recordarnos el famoso Programa 2000 que Felipe González anunció mediáticamente junto con los fastos políticos de 1992 (Quinto Centenario, Expo de Sevilla, Juegos de Barcelona). Con ese ambicioso plan de modernización estratégica, González pensaba encubrir la sonada derrota sufrida por la huelga general de 1988, que enterró su política económica de Tercera Vía avant la lettre. De ahí que no sea ninguna casualidad que ahora Zapatero haya convocado a su predecesor para la botadura de su Estrategia 2020. Pero aquel Programa 2000 fue inmediatamente sepultado por la llegada de la gran recesión de 1993, que elevó la tasa del desempleo español al 24% de la población activa (récord histórico que hoy mismo está muy lejos de poder alcanzarse) y por los grandes escándalos de corrupción política que acabaron ignominiosamente en 1996 con el poder de González.

Aunque claro está, el que el ambicioso Programa 2000 se desvaneciera en el aire no quiere decir que la "anodina" Estrategia 2020 tenga que fracasar también. Como afirma el aforismo, todas las comparaciones son odiosas, y mucho más en este caso, pues si el Programa 2000 (diseñado bajo la inspiración del determinismo tecnológico de Manuel Castells) todavía era socialdemócrata a la vieja usanza (pues estaba basado en el tecnocrático intervencionismo estatal), la Estrategia 2020, en cambio, es pura Tercera Vía a lo Tony Blair: mero reformismo social-liberal, respetuoso con las fuerzas del mercado.

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En la época de González, la izquierda europea todavía era voluntarista, pues creía en su capacidad de transformar la realidad social mediante el uso decidido de las políticas públicas como gran palanca del Estado: dadme un punto de apoyo y cambiaré el mundo. Pero en la actualidad la izquierda europea que hoy representa Zapatero ha dejado de ser voluntarista para convertirse en fatalista: ya no confía en su capacidad de transformar la realidad y por eso se limita a adaptarse a ella, toreando como puede las fuerzas financieras y mercantiles que ya no sabe controlar, dada su impotencia para enfrentarse a los vetos partidistas, sindicales o mediáticos. De ahí su respuesta ante la crisis actual, de la que espera sacarnos con un anodino laissez faire, laissez passer, apenas edulcorado con medidas sociales de rostro humano.

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