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Columna
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La subversión del abecedario

El presidente del Gobierno y el líder del Partido Popular dedicaron sus últimas comparecencias de 2009 a exponer dos contrapuestas visiones de la evolución de la economía española en los 12 meses siguientes. Además de reconocer el error inicial de infravalorar la gravedad de la crisis, Zapatero anunció nuevas medidas para relanzar la actividad económica y crear puestos de trabajo a finales de 2010; Rajoy, por su parte, resaltó la desoladora situación de las cuentas del Estado y del empleo sin apuntar otro remedio para la crisis que no sea su llegada al poder.

Se diría que justo cuando el presidente del Gobierno deja de predicar el optimismo antropológico como receta mágica contra la crisis, el líder de la oposición se muestra dispuesto a recomendar la desmoralizadora pócima del pesimismo metafísico con el mismo propósito.

Merecería la pena que Rajoy examinase las propuestas del Gobierno sobre reforma laboral, Seguridad Social y pensiones

El acuerdo entre el PSOE y el PP sobre las directrices de la presidencia rotatoria española de la Unión Europea no privará a Zapatero de rentas invisibles en el ámbito de la política interior, de las que se beneficiaron también en su momento González y Aznar, durante el primer semestre de 2010. Esta vez, sin embargo, la entrada en funcionamiento de las instituciones creadas por el Tratado de Lisboa y la posición dominante del nuevo presidente permanente en el Consejo Europeo y de la Alta Representante en la Comisión de Asuntos Generales reducirán el protagonismo de España.

Pero la concentración de los focos informativos sobre los consejos de ministros comunitarios celebrados en ciudades españolas y el papel mediático de Zapatero como anfitrión ofrecerán materia prima suficiente a los fabricantes de la engañosa identificación del Gobierno con el Estado (o incluso con la nación en la época de Aznar) realizada habitualmente por las asesorías de imagen y los equipos de spin doctors de los partidos que ocupan el poder.

Zapatero reconoció el carácter inseguro y modesto de las expectativas de recuperación de la actividad económica y de creación de empleo durante 2010, dependientes de la definitiva salida de la crisis ya iniciada en otros países. El presidente del Gobierno anunció el envío a las Cortes de varios proyectos normativos (como la Ley de Economía Sostenible) y la aprobación de los primeros decretos redactados para instrumentar la ley ómnibus transponedora de la directiva europea de liberalización de servicios ya promulgada. El Consejo de Ministros aprobará un plan de austeridad para la Administración General del Estado con la esperanza de que las comunidades autónomas y los ayuntamientos -sea cual sea la ideología de sus Gobiernos- se sumen a la iniciativa.

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La gran novedad del mensaje presidencial afecta a dos cuestiones hasta ahora rehuidas por el Gobierno como un tabú; algunos ministros y dirigentes socialistas incluso agredieron verbalmente al gobernador del Banco de España hace pocos meses por el simple hecho de mencionarlas. El presidente Zapatero se comprometió a remitir este mismo mes a las organizaciones empresariales y sindicales una propuesta de reforma del mercado de trabajo para que sea discutida en la mesa del diálogo social; igual paso dará con un proyecto de medidas sobre Seguridad Social y pensiones destinado a la mesa del Pacto de Toledo.

El líder del PP se limitó a proferir dicterios genéricos contra el Gobierno ("hace lo que no debe y no hace lo que debe" por culpa de su "total y absoluta incapacidad") y contra su presidente (promotor de una "política económica suicida"). La alternativa de Rajoy para superar la crisis financiera, de empleo y fiscal parece tan revolucionaria como indeterminada: "Es necesario e imprescindible cambiar de política de la A a la Z".

Abandonada la exigencia de elecciones anticipadas y dejada igualmente en el congelador la iniciativa de una moción de censura, sería necesario aguardar a la victoria del PP por mayoría absoluta en la primavera de 2012 para que ese enigma alfabético se despejara. Entre tanto tal vez mereciera la pena que Rajoy aparcase por el momento ese ambicioso proyecto de subvertir el abecedario y examinase -y eventualmente negociara- las propuestas del Gobierno sobre austeridad administrativa, reforma laboral, Seguridad Social y pensiones.

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