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El canje del soldado Shalit por presos de Hamás divide a Israel

El acuerdo pondría fin al cautiverio del militar en Gaza

El Gobierno israelí trató ayer hasta entrada la noche de salvar las diferencias internas que obstaculizan un posible acuerdo con el movimiento islamista Hamás para liberar a Gilad Shalit, el soldado capturado en Gaza en junio de 2006. El jefe del Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu ha convocado en las últimas 48 horas a seis de sus ministros más destacados en cinco reuniones consecutivas que han mantenido en vilo al país.

Las ediciones digitales de la prensa israelí daban cuenta ayer de la división de opiniones de los ministros que deben decidir sobre el canje de prisioneros. Cerca de la mitad de ellos defendió hasta ayer la firma de un acuerdo que ponga fin al cautiverio de Shalit, aunque para ello Israel se vea obligado a liberar a cerca de un millar de presos palestinos como exige Hamás. El ministro de Defensa, Ehud Barak, es uno de los que optarían por un pacto. Y en el bando contrario, los ministros más extremistas, entre ellos el de Exteriores, Avigdor Lieberman, contrarios a una liberación de presos que consideran pondría en peligro la seguridad del país y en general reacios a un acuerdo del que Hamás pueda sacar rentabilidad política. Con la puesta en libertad de cientos de presos palestinos, Hamás se anotaría un tanto muy superior a los que su rival político al frente de la Autoridad Palestina pueda haber conseguido tras años de infructuosas negociaciones con los israelíes.

Netanyahu y seis ministros estudian desde hace dos días los detalles del pacto

Las negociaciones indirectas entre los israelíes y Hamás han fracasado durante más de tres años por haber sido incapaces las partes de ponerse de acuerdo en el número y la identidad de los prisioneros palestinos a liberar. Un nuevo punto de desencuentro que ayer volvió a ponerse sobre la mesa es si se permitirá a los presos palestinos volver a Cisjordania o se les deportará.

Gilad Shalit, de 23 años y con cara de niño, cuenta con el apoyo de la gran mayoría de los israelíes. Por eso, en el dilema político al que se enfrenta Netanyahu con la liberación de Shalit, las emociones, en este caso colectivas, pesan tanto o más que la razón. Por eso y porque el Ejército en Israel funciona gracias a un pacto no escrito por el que los padres envían a sus hijos a los 18 años -tres años de servicio militar para los chicos y dos para las chicas- a jugarse la vida, si a cambio el Estado les garantiza que hará todo lo que esté en su mano por devolver a sus hijos con vida a casa. Si Netanyahu no hace todo lo posible por liberar a Shalit defraudará sin duda a los padres del soldado, convertidos en una suerte de héroes nacionales, pero también podría perder la confianza de buena parte del país.

Noam Shalit, padre del soldado Gilad Shalit, entre retratos de su hijo en una protesta ayer en Jerusalén.
Noam Shalit, padre del soldado Gilad Shalit, entre retratos de su hijo en una protesta ayer en Jerusalén.EFE
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