Energía con el agua de las minas
Los yacimientos inundados proporcionan calefacción y frío
El aprovechamiento del agua acumulada en las minas abandonadas, un proyecto ensayado por primera vez en Holanda, consiste en extraer energía geotérmica del líquido para proveer de agua caliente -en calefacciones- y fría -en el aire acondicionado- a edificios de la vecindad. Con esta fórmula se pueden reducir un 55% las emisiones de C02.
En los países desarrollados, la climatización supone el 50% del consumo energético. Para suministrar la energía verde, servida durante el ensayo holandés a unas 200 viviendas y 22.000 habitantes, era preciso contar con minas inundadas de forma natural. Ellianne Demollin-Schneiders, coordinadora municipal de gestión energética, pensó que podrían recuperarse las minas cerradas en Herleen hace cuatro décadas, y Francia, Alemania y el Reino Unido respaldaron el plan. El apoyo definitivo llegó con el programa de inversiones del Fondo Europeo de Desarrollo Regional, que aportó el 48% de los 20 millones de euros presupuestados.
La climatización representa el 50% de las emisiones de los hogares
En la cuenca carbonífera holandesa había que bombear las galerías sin descanso para mantenerlas secas. Tras el cierre, el agua profunda acumulada adquiere una temperatura de 32 grados centígrados. Cerca de la superficie, sin embargo, está a 28 grados. Como lo difícil es transportar el agua, hubo que diseñar una red de cañerías de siete kilómetros de largo. También se creó una central extractora del calor del agua. Una vez elegidas las minas (Oranje Nassau I y Oranje Nassau III), fueron perforados dos pozos de unos 800 metros de profundidad. Una vez concluidos, el agua pudo bombearse a razón de 80 metros cúbicos a la hora. La inmobiliaria local Weller, principal inversora, financió después la apertura de otros tres pozos de entre 250 y 500 metros de hondura.
El agua extraída debía ser depurada primero, para llevarla a continuación hasta los edificios. En este caso, han sido casas de vecindad, comercios, un supermercado, una biblioteca y unas oficinas. Situadas bajo los propios inmuebles, por el tejido de cañerías discurría el agua llevada a las máquinas que extraían luego su calor. Una vez usada, se devolvía a los pozos hasta que se calentara de nuevo. La que estaba remansada a menos profundidad, y más fría, se usó de forma similar para la refrigeración.
La nueva infraestructura subterránea ha ido creándose a medida que avanzaba el proyecto, que sólo podía funcionar ubicado a una distancia prudente de las viviendas y las minas mismas. El suministro ciudadano de calefacción no podía cortarse, y, en caso de avería, era preciso disponer de un sistema adicional de tipo convencional. El lugar elegido en Heerlen cumplía los requisitos, con los edificios situados entre el Ayuntamiento y las dos viejas minas.
"Teniendo en cuenta que el problema de la energía ya no puede resolverse con los combustibles fósiles, lo mejor es intentarlo a escala local", señalan en el consistorio de Heerlen, que busca ya la forma de darle al ensayo un carácter comercial. "El Ayuntamiento no puede proveer de energía como si fuera una empresa, y el subsidio de la UE se ha terminado. Lo ideal sería transformarlo en una empresa rentable, con clientes, que siguiera suministrando energía limpia", añaden.
Los municipios de Zagorje (Eslovenia), Czeladz (Polonia) y Bourgas (Bulgaria), están probando sistemas similares. En España, la Asociación de Comarcas Mineras trabaja en un programa de investigación sobre el particular. De todos modos, por ahora, Islandia, con su alta concentración de volcanes, lidera el uso de energía geotérmica mundial. En 2006 la utilizó para el 26,5% de la electricidad generada.
Punto de partida
- Emisiones. Holanda emite unos 260 millones de toneladas de CO
2 al año, unas 15 toneladas por habitante. Esto es el doble que España. Pero con la diferencia de que la cantidad disminuye desde 2004.
- Postura ante Copenhague. El país es un gran defensor de los recortes en emisiones, y uno de los mejores cumplidores de Kioto.
- ¿Qué se juega? Después de cinco siglos levantando diques, los holandeses lo tienen claro: mientras menos suba el nivel del mar, más seguros estarán. Para ello la cantidad de hielo derretido en los polos debe ser la menor posible.
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