"Ver una palabra mal escrita me causa impresión"

Una veintena de jóvenes de 17 y 18 años juegan a las cartas de madrugada en un hotel del centro de Madrid. Surge una broma: "¡Anda, que como tengas que explicar en La Habana por qué estás allí!". Los chavales eran los finalistas de la fase española del Concurso Hispanoamericano de Ortografía. Lo de La Habana, donde se celebrará a partir de mañana la fase internacional del certamen, se lo decían a Pablo Giomi, porque si ganaba al día siguiente tendría que explicar que es un argentino que representa a España porque estudia en un colegio español, dependiente del Ministerio de Educación, en París.

Y ganó. Un "aun", que no lleva tilde cuando equivale a "incluso, aunque o siquiera", le valió el premio en la final. Tras el concurso, tiene poco más de una hora antes de ir a tomar el avión de vuelta a Francia, así que convertimos la comida en aperitivo y vamos charlando los 700 metros que hay entre el Consejo Escolar de Estado, en la de calle de San Bernardo, y el hotel.

El argentino concursa por España en el premio de ortografía hispanoamericano

Nació en Córdoba (Argentina) hace 17 años y lleva dos viviendo en París porque a su padre le trasladaron a trabajar allí. Como llegó sin saber nada de francés, se matriculó en el instituto español Luis Buñuel. Esgrimista aficionado dos veces por semana, mostraba una tranquilidad casi exagerada durante el concurso, preguntando dudas al jurado cuando no entendía una corrección. "Generalmente estoy tranquilo. Ni en las situaciones buenas ni en las malas me altero", asegura, por supuesto, tranquilamente.

En el bar del hotel pide una Coca-Cola y, después de repasar despacio la carta de aperitivos, unos montaditos de jamón ibérico con tomate. Es un chaval atípico de 17 años. Los fines de semana suele viajar con sus padres para conocer Europa -en España, antes del concurso, había visitado Madrid, Barcelona y Zaragoza-, y no sale mucho con los amigos de su edad; no le gustan los sitios adonde van, ruidosos y normalmente llenos de humo. Y el alcohol, ¿qué? "A mí no me parece mal que se beba, con moderación, claro, pero si es sólo por emborracharse no tiene sentido".

En el discurso de entrega de premios, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, habló del amor a las palabras. Al preguntarle si él lo siente, se ríe. "No sé, supongo... Es verdad que cuando veo una palabra mal escrita me causa impresión". El secreto de su maestría ortográfica es en realidad el de siempre: la lectura. Desde pequeño le gustó mucho. ¿Y el primer libro que le entusiasmó? "Me gustaría decir El Quijote, quedaría mucho mejor en la entrevista, pero fue Harry Potter".

En mitad de una crisis como la actual, es inevitable hablar del futuro. "Sin educación no hay futuro", dice. Él quiere volver el año que viene a Argentina para estudiar Ingeniería Química y allí, dice, no es que necesites una carrera, sino que para llegar a algún lado te hacen falta dos. A Pablo le preocupa mucho su país, y por eso le gustaría dedicarse a la política en algún momento. Hace la broma -"Argentina es país muy rico; el único problema es que está lleno de argentinos"- y se define: "No me identifico con el peronismo actual, creo que mis tendencias son más bien socialistas".

En diciembre representará a España en el Concurso Hispanoamericano de Ortografía. ¿No le resulta raro? "Lo bueno de la ortografía es que es igual para todos los hispanohablantes. Tenemos distintos acentos, pronunciamos distinto, pero escribimos igual".