Una deslumbrante 'Rosa' belga
Bailar, baila mucho. Hablar, habla poco. No es en el terreno de las palabras o las disertaciones eruditas donde florece el desbordado talento de Anne Teresa de Keersmaeker (Mechelen, Bélgica, 1960), coreógrafa y bailarina ensimismada y distante que es, por un lado, pieza clave para entender el deslumbrante fenómeno de la nueva danza belga y por otro, la directora de Rosas, la compañía más emblemática de esta innovadora descarga de creatividad coreográfica surgida en Flandes en los años ochenta.