"Me gusta dar voz a los oprimidos"
Alquiló un estudio. Lo llenó de mapas de la extinta Yugoslavia, de fotografías, de papeles y de testimonios recogidos de personas que sufrieron las consecuencias de la cruenta guerra. "Me encerré y viví durante el tiempo que duró la escritura en un reducido espacio en el que además de la mesa y la silla había una vieja alfombra y un sillón de escay. Tuve la sensación de estar en una de las habitaciones de Sarajevo". Margaret Mazzantini (Dublín, 1961) cuenta todo esto desde una estancia de diseño en una zona lujosa de Roma que poco o nada tiene que ver con el lugar en el que pasó un año escribiendo La palabra más hermosa (Lumen), una novela en la que es un viaje continuo al dolor, a la guerra, a la desesperación y al amor.
"Utilizo un tipo de escritura muy visual. Los sentidos están muy presentes"
"No me interesa la superficialidad. No soy de las que se miran el ombligo"
Los personajes que aparecen en la obra son capaces de llegar muy lejos para lograr sus objetivos, a situaciones extremas que se producen porque el medio en el que se desarrollan es en plena batalla. "Todo parte de una carencia y eso es lo que me interesa contar. Para mí la literatura nace de un agujero, de algo que me falta y quiero colmar con la escritura. Todos los personajes se mueven alrededor de agujeros y son precisamente esas carencias las que nos impulsan a movernos".
Mazzantini obliga a una serie de personajes a realizar un viaje a Sarajevo, a recordar los estallidos de la guerra, a revivir a través de los recuerdos su historia de amor y a remover los sentimientos. "A todos nos mueve la necesidad. El que quiere busca y eso nos puede llevar muy lejos en la belleza y en el horror. A Gemma, una de las protagonistas, le mueve la imposibilidad de gestar un hijo y su ansia por tener un bebé entre sus brazos. En su desesperación por calmar sus instintos maternales busca ese niño para acallar su frustración". La autora de No te muevas, una novela que ha vendido millones de ejemplares y ha sido llevada al cine por su esposo, el director Sergio Castellitto, y que tuvo como protagonista a Penélope Cruz, considera que La palabra más hermosa nace de su propio dolor, "de la infelicidad de saber que cada minuto nace un niño que será abandonado, que no será querido y eso es algo verdaderamente trágico. En las guerras eso todavía es mucho peor".
Mazzantini, madre de cuatro hijos, el más pequeño de tres años, recuerda que su primer hijo nació cuando en televisión se estaban emitiendo las primeras imágenes de la guerra de la ex Yugoslavia. "Fue algo terrible. Teníamos muy cerca de nosotros algo terrorífico y no lo sentimos nuestro".
Los testimonios que fue recogiendo la autora de personas que vivieron la tragedia de la guerra, la desesperación de haberlo perdido todo, de vagar sin rumbo en busca de refugio están en La palabra más hermosa. "Soy una contadora de historias con un pequeño radar enfocado al mundo en el que vivo y como todos los artistas somos capaces de impregnarnos con las vivencias de otros y contarlo con mayor o menor fortuna". Mazzantini, que durante 10 años se dedicó a la interpretación teatral y trabajó como primera actriz del Teatre Stabile de Génova, dice que en su escritura le gusta "dar voz a los últimos, a los oprimidos, a los que nunca han tenido posibilidad de alzarse ante sus opresores. Es algo que siempre me ha interesado".
La palabra más hermosa es una novela inundada de detalles, "utilizo un tipo de escritura muy visual y en la que todos los sentidos están muy presentes. Me interesa profundizar en los matices, ahondar en las profundidades hasta encontrar sentido a las cosas. No me interesa la superficialidad. No soy de las que se miran el ombligo". Sergio Castellitto llevará al cine esta nueva novela.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.