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Reportaje:

Media pensión para pagar el médico

Las cuotas del hospital gallego de Buenos Aires castigan a los más ancianos

El debate sobre la posible privatización de la gestión del hospital del Centro Gallego de Buenos Aires para garantizar su supervivencia no ha llegado a las salas de espera del centro sanitario. Allí, las preocupaciones son otras como la de tratar de llegar a fin de mes con pensiones exiguas y elevados costes en atención sanitaria y medicamentos. Entre los 20.000 socios del centro, de los que sólo 4.000 son gallegos, no es difícil encontrar ancianos que llevan más de 70 años en la institución y que se quejan de que sus aportaciones no les permiten gozar de ninguna ventaja ante los nuevos inscritos. Al contrario, pagan cuotas más altas porque su elevada edad requiere más atención y ocasiona más gasto.

"Antes era una maravilla, ahora es un desastre", dice una socia desde 1937

Es el caso de Victoria Gómez y su marido, Manuel, que pertenecen a la institución sanitaria desde hace más de 50 años y tienen que afrontar mensualmente un gasto de 365 pesos (66 euros) cada uno para tener cobertura. La cantidad puede no parecer muy elevada en Españ,a pero la cosa cambia cuando explican que perciben pensiones de jubilación de 700 y 800 pesos, respectivamente. "Todo lo que sea mejorar el servicio nos parece bien", explica Victoria, quien se queja del coste de los medicamentos que tienen que sumar cada mes al pago de las cuotas. El gasto sanitario del matrimonio (ambos nacidos en la provincia de A Coruña) supera con creces la mitad de sus ingresos.

Manuel Paradela, de 78 años y padres gallegos, es socio del centro desde que nació. Su situación es más acomodada que la del matrimonio anterior. En general no tiene quejas sobre el funcionamiento del hospital porque "la atención es similar a la que hay en otros lugares". Habla con conocimiento de causa porque durante algunos años tuvo un seguro privado a través de la empresa para la que trabajaba. "El problema es que la empresa aseguradora quebró y tuve que volver acá. Por suerte me respetaron la antigüedad", indica.

Precisamente una de las quejas recurrentes de los miembros más antiguos es que sus aportaciones durante décadas no les confieren más derechos que a los nuevos socios. María Fernández, hija de padres lucenses, es socia desde 1937 y se queja de que tiene que esperar hasta 45 días para que le den cita algunos médicos, "lo mismo que espera uno que acaba de llegar". Su opinión sobre el estado actual del centro es concluyente: "Antes era una maravilla, ahora es un desastre". También apunta deficiencias en la farmacia por la falta de medicamentos y la obligación de pagar por adelantado por ellos y tener que volver a buscarlos otro día si no hay existencias. "Vivo a hora y media de aquí y desplazarme a mi edad es todo un problema", señala.

El gerente de la Fundación Galicia-Saúde, Jorge Herreros, que se encarga de gestionar el hospital, explica que más de la mitad de los socios pagan 365 pesos mensuales por su avanzada edad. Los ingresos por cuotas sirven para financiar los gastos de personal del hospital, que suponen un 50% del total. Herreros apunta que para garantizar la supervivencia del centro es necesario enjugar el déficit de 1,7 millones de euros que tiene en estos momentos. "Lo ideal sería que las aportaciones de la Xunta sirviesen para financiar nuevas inversiones", señala el gerente, quien también se refiere a la necesidad de que el hospital pueda vender más servicios sanitarios fuera de los que ofrece a los socios. "Si no aparecen soluciones, la institución puede verse comprometida a medio plazo", añade.

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