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La negociación nuclear con Occidente agrava la fractura del régimen iraní

Reformistas y conservadores rechazan el pacto de Viena y aíslan a Ahmadineyad

Ángeles Espinosa

Irán sigue sin responder a la propuesta de la ONU para desbloquear la crisis desatada por su programa nuclear. Pero esta vez los habituales artificios verbales de sus diplomáticos traslucen algo más que un deseo de no cerrarse puertas y ganar tiempo. Resulta significativo que la oferta internacional que tan trabajosamente se ha tejido en sendas reuniones en Ginebra y Viena haya unido en su rechazo a conservadores y reformistas. El aislamiento del presidente, Mahmud Ahmadineyad, en este asunto subraya la batalla política interna.

"Las discusiones mantenidas en Ginebra fueron realmente sorprendentes, y si se cumplen las promesas dadas, entonces el duro trabajo de miles de científicos se habrá tirado por la borda", reaccionó el líder opositor Mir Hosein Musaví, según su página web. Musaví, derrotado por Ahmadineyad en las elecciones del pasado junio, se alinea en su rechazo del acuerdo con el presidente del Parlamento, Alí Lariyaní, considerado un conservador moderado, y con la línea más radical que se expresa a través de los editoriales del diario Kayhan. La inusual sincronía apunta hacia un intento de desgastar al jefe del Gobierno en el frente interno.

El plan establece que Irán envíe a Rusia el uranio que ha enriquecido a bajo nivel (3,5%) en su planta de Natanz para que ese país lo reenriquezca hasta el 19,75% (el nivel que Teherán necesita para su reactor de investigación médica, que sólo dispone de reservas para un año más). Francia se encargaría de su aglutinado y encapsulado en barras de combustible, antes de devolvérselo. Tanto fuentes diplomáticas como expertos en seguridad han elogiado el proyecto como una forma de calmar, al menos temporalmente, el temor occidental a que Irán pueda hacerse con una bomba atómica.

"No hay garantía de que vayan a entregarnos uranio enriquecido al 20% a cambio de nuestro uranio ligeramente enriquecido. Desconfiamos de los occidentales", plantea Alaeddin Boroujerdi, que preside la comisión de Política Exterior y Seguridad Nacional del Parlamento.

Lo cierto es que la propuesta de la ONU reconoce implícitamente el derecho de Teherán a usar el uranio que ha enriquecido en violación de cinco resoluciones del Consejo de Seguridad. Ese precedente es posible en la medida en que el combustible nuclear va a regresar a Irán convertido en barras que hacen muy difícil su desvío para usos militares. Además, la prensa estadounidense ha revelado que durante las conversaciones, Washington y Teherán alcanzaron un acuerdo bilateral por el que EE UU facilitará equipos de seguridad para el reactor iraní que construyó en 1968. Aunque este pacto depende de que Irán acepte enviar su uranio al exterior, se trataría de la transacción más significativa entre ambos países desde que rompieron relaciones hace 30 años.

Otro elemento que hace sospechar que las objeciones al plan tienen más que ver con el debate interno que con su contenido radica en que la mayoría no cuestiona tanto el principio como la fórmula. Boroujerdi acepta que se considere "la posibilidad de que el uranio se envíe fuera de forma gradual" y un editorial de Kayhan sugería "algún tipo de simultaneidad" en la importación y exportación del material nuclear.

La prensa progubernamental intenta presentar la solución a la crisis nuclear como un gran logro para Irán, de forma que sirva para compensar la falta de legitimidad que el presidente arrastra desde las elecciones.

Irán tenía que haber contestado el viernes 23 a la propuesta internacional, pero pidió más tiempo. Una semana más tarde, su representante entregó una contrapropuesta oral no oficial al director del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), Mohamed el Baradei, quien no ha revelado el contenido. El negociador internacional, Javier Solana, se entrevista mañana en Washington con la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, para coordinar los siguientes pasos. "La paciencia tiene un límite", ha advertido Clinton.

El presidente Ahmadineyad (en primer término), ante una foto del líder supremo, Alí Jamenei.
El presidente Ahmadineyad (en primer término), ante una foto del líder supremo, Alí Jamenei.REUTERS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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