Un jardín para María Luz
Un parque lleva desde ayer el nombre de una joven que murió en una manifestación en el enero trágico de 1977
María Luz Nájera Julián, alumna del tercer curso de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, murió hace 32 años por el impacto de un bote de humo, lanzado por un policía. Tenía 21 años. Participaba en una manifestación a favor de la libertad y en apoyo de la democracia. Unos valores a los que ya nos hemos acostumbrado, pero que hace tres décadas, en los primeros días de la Transición, eran casi un sueño. Una época convulsa en la que se conjugaban el dramatismo y la ilusión. María Luz se convirtió en un símbolo. Su familia considera que fue una víctima.
Para homenajear su memoria, el Ayuntamiento inauguró ayer un parque en la Alameda de Osuna, donde María Luz vivía con sus padres en un pequeño piso. Una asociación de vecinos del barrio, con el apoyo del grupo municipal de IU, había presentado la propuesta. En julio de 2007, se aprobó finalmente dedicar el parque a María Luz.
Los tres grupos políticos municipales (PP, PSOE e IU) dejaron a un lado sus diferencias y acordaron poner su nombre al pequeño jardín que frecuentaba.
Marta Nájera, sobrina de la homenajeada, mostró ayer su alegría por el reconocimiento "y porque después de tantos años la gente aún la recuerda". Pero también deja un hueco para la tristeza. "Porque preferimos que se lo hubieran dedicado por su trayectoria profesional. Que hubiera vivido para hacernos la vida mejor". María Jesús estaba metida en política. "En círculos importantes. Coincidía con Carrillo y asistía a sus mítines", relata. "Hubiera llegado lejos... Quizás a ministra", susurra. "Creía que hay que saber convivir con diferentes ideas políticas. Eran los valores que le habían enseñado y los que nos ha transmitido", señala Marta, que sólo tenía seis meses cuando su madrina se convirtió en un símbolo. "Al final es lo de siempre, son los del pueblo los que terminan pagando", lamenta la sobrina, que acaba de terminar su jornada en el restaurante de sus padres. Está cansada. Y le cuesta hablar de su tía. Apenas la conoció. Pero ha desarrollado un sentimiento de admiración por todo lo que le han contado sus abuelos. Ha visto la película Siete días de enero, de Juan Antonio Bardem, que repasa la semana en que ocurrieron los crímenes de Atocha y todos los acontecimientos que se sucedieron. Entre ellos la muerte de su tía. "No debería haber muerto nadie para llegar donde estamos", reflexiona mientras relata cómo murió su tía.
María Luz Nájera estudiaba en la Complutense. El 24 de enero de 1977 salió de casa con la intención de regresar pronto. "Aquella mañana se despertó temprano y se marchó a la universidad", cuenta Marta. Era muy buena estudiante. Pero el día anterior la policía causó la muerte del joven estudiante Arturo Ruiz en una carga. Se abalanzó contra los manifestantes que reclamaban la amnistía de presos políticos. Y claro, la Complutense se convirtió en un hervidero. Las asambleas de estudiantes y los actos de protesta se extendieron por todo el campus. María Luz acudió a una de las concentraciones para condenar el asesinato de Ruiz. Sus amigos de la facultad y su novio la acompañaban. Allí, sobre la una del mediodía, recibió el impacto de un bote de humo, según indicó el Gobierno Civil de Madrid. "Nunca se pudo comprobar si fue un bote o una pelota de goma", revela Marta. "Creemos que no fue casualidad. Si no le hubiera dado a ella, le habría tocado a algún otro del grupo", explica. Nunca hubo denuncia. Ni apenas investigación. "Mis abuelos pensaron que no serviría para nada".
El mismo día en que murió María Luz un grupo de extrema derecha acribilló a balazos a cinco abogados sindicalistas en Atocha. La muerte de la joven quedó en un segundo plano. Ayer recobró el protagonismo.
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