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Cultura y ciencia al son de la gaita

Los premios Príncipe de Asturias congregan un año más a intelectuales, políticos e investigadores - Kadaré y David Attenborough protagonizan la primera jornada

Iker Seisdedos

Una seca y soleada Oviedo, ciudad que amaneció más justa en términos meteorológicos que de costumbre, se entregó ayer a la primera jornada de agitación de la semana grande de los Príncipes de Asturias en una edición cuya nómina de premiados -sólidos, poco dados a la frivolidad- parece responder a la austeridad marcada por el signo de los tiempos.

Los gaiteros, los aplausos, la gente corriente que convive con entusiasmo y naturalidad durante estos días con personajes extraordinarios... todo lo que hace de estos galardones otra cosa, se dio cita para celebrar ya por la tarde el descenso de los deportivos de gran cilindrada a las puertas del Hotel Reconquista que acoge a Ismaíl Kadaré, galardón de Literatura, y a David Attenborough, de Ciencias Sociales.

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Aunque el primero en llegar fue Martin Cooper, premio de Investigación compartido con Raymond S. Tomlinson (al inventor del correo electrónico se le espera hoy). Se ve que Cooper es un tipo acostumbrado a adelantarse; imaginó el primer teléfono móvil en 1973. Y con una de aquellas contundentes armas arrojadizas de casi un kilo se había paseado desde el día anterior por la ciudad, repartiendo poses de científico despistado para los fotógrafos, y, para el resto, profecías sobre el futuro de las comunicaciones y advertencias acerca de los peligros de confundir las utopías de la comunicación global con un autoritarismo de banda ancha.

De una versión ciertamente más prosaica y anticuada de las dictaduras, el comunismo previo a la caída del telón de acero, impartió un magisterio más bien seco, por no decir parco, Ismaíl Kadaré, escritor albanés y coloso de las letras del Este de Europa. "Cuando comunicaron la concesión del Príncipe de Asturias, en Albania pensaron que me habían hecho noble de España", explicó en un encuentro con periodistas. "Vivimos un montón de años bajo el comunismo, pero no crean, los albaneses sentimos nostalgia de la nobleza". Pese a su lejano, pero innegable parecido con Woody Allen (Príncipe de Asturias de las Artes 2002) nadie hizo amago de verle la gracia al chiste, acaso por el francés pedregoso de Kadaré o por su propio semblante, tan áspero y fascinante como su prosa.

La arrogancia de sus respuestas ("El fin del comunismo no ha dado aún grandes obras" o "La única oportunidad de la literatura para cambiar el mundo vendría de su poco probable capacidad para autodestruirse") se antojó a la altura de la trayectoria de un hombre que siempre consiguió salirse con la suya. "Imagine, hablamos de alguien que osó publicar en la Albania de Hoxha El palacio de los sueños

[fábula en la que los ministerios analizan los sueños de los súbditos en pos de la disidencia], y comprobó que no le podían hacer nada. Ya entonces su fama le convertía en intocable", explicaba en el patio del Hotel de La Reconquista Ramón Sánchez Lizarralde, traductor de siempre de Kadaré.

Por lo demás, el autor albanés se mantuvo en la equilibrista postura del disidente tolerado, de la voz de la conciencia que se desgañita desde la torre de marfil. "Los mecanismos de escribir bajo una dictadura no cambian en libertad. Hay límites circunstanciales, por supuesto, pero en lo esencial, la cuestión es la misma", explicó. La pregunta inquiría por el gran acontecimiento, la caída del muro de Berlín, arrollado por el empuje de la Historia, que protagoniza estos premios. Aquellos sucesos de otoño de 1989 y, mejor aún, el modo en que el pueblo alemán se sobrepuso a ellos reciben en esta edición el premio de la Concordia.

Con David Attenborough llegó al caer el sol la lluvia. También, los primeros conatos de histeria popular. Después de todo, su rostro es conocido como el tipo que descubrió en la tele (la BBC) y durante 50 años los misterios de la naturaleza a varias generaciones de chicos espabilados que, en una pirueta catódica de otro tiempo, se veían empujados a apagar el receptor y correr al campo.

"No me preocupa que los niños de ahora, con los videojuegos y todas esas pantallas que consumen su inteligencia, no tengan la curiosidad", explicó una vez terminada la conferencia de prensa y con la irresistible capacidad de contagio de los apasionados por las cosas adecuadas. "Cualquiera que vea un pájaro de niño se siente fascinado. El problema es que se pierde el acceso a lo natural. Otro inconveniente es que el ser coleccionista es algo que ya no interesa. Y un naturalista es ante todo un coleccionista... de mariposas, de huevos de ave o, en definitiva, de experiencias".

Cura de humildad

De estas últimas demostró andar sobrado Attenborough. Este viejo aventurero, austero hipnotizador de las palabras, atesora tantas anécdotas como modestia. "He esperado dos años a que un leopardo albino apareciese ante mi cámara para captar una escena de un minuto en la que, para colmo, el antílope al que perseguía consiguió escapar. Y eso sí es una cura de humildad".

El naturalista británico visita hoy el jardín botánico de Gijón (que en otro evidente gesto de generosidad comparó con los Kew Gardens londinenses). Es una de las numerosas actividades en las que los Príncipes de Asturias entrarán en escena antes de la entrega de los galardones, que tendrá lugar mañana en Oviedo.

El día, por lo demás, estará protagonizado por los emisarios berlineses, los representantes de la Organización Mundial de la Salud (premio a la Cooperación Internacional) y la pertiguista Isinbayeva (Deportes). Y, según las previsiones, será una jornada de lluvia. Porque sí, los elementos amenazan, como es costumbre, con estropear mañana 29 milagrosos años seguidos de ceremonias sin chaparrón.

El escritor albanés Ismaíl Kadaré.
El escritor albanés Ismaíl Kadaré.PACO PAREDES
El naturalista británico David Attenborough posa ante los gaiteros en el hotel Reconquista.
El naturalista británico David Attenborough posa ante los gaiteros en el hotel Reconquista.PACO PAREDES

La cosecha de 2009

- Artes. Norman Foster.

- Letras. Ismaíl Kadaré.

- Ciencias sociales. David Attenborough.

- Comunicación y humanidades. Universidad Nacional Autónoma de México.

- Cooperación internacional. Organización Mundial de la Salud.

- Investigación científica. Martin Cooper y R. S. Tomlinson.

- Deportes. Yelena Isinbayeva.

- Concordia. Berlín en el XX aniversario de la caída del muro.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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