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El Papa pide a la UE que defienda la vida desde la concepción

El deber de la Unión Europea es reafirmar "su herencia humanística y sus raíces cristianas", y defender "la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural" así como "el matrimonio entre hombres y mujeres". Dos días después de la marcha de Madrid contra la reforma del aborto, el Papa recordó ayer al nuevo representante de la Comisión Europea ante la Santa Sede, Yves Gazzo, que Europa no hace lo suficiente para promocionar sus "valores cristianos fundacionales".

En su presentación, Gazzo definió a la UE como "una zona de paz que reúne a 27 Estados que comparten los mismos valores". Pero Ratzinger no dudó en matizar que "es justo, empero, notar que la UE no está dotada de esos valores, sino que, más bien, esos valores compartidos la hicieron nacer y son una especie de fuerza de gravedad que ha acercado al núcleo de los países fundadores a otras naciones que se han unido con el tiempo".

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Sinuosa historia

"Estos valores son el fruto de una larga y sinuosa historia en la cual el cristianismo ha jugado un papel de primer plano", dijo el Papa. Pero, para que los recursos intelectuales, culturales y económicos del continente sigan dando frutos, "deben ser fecundados por la visión trascendente de la persona humana". Se trata, explicó, de buscar "el justo y delicado equilibrio entre eficacia económica y necesidades sociales, de salvaguardar el medio ambiente, y, sobre todo, de dar el indispensable y necesario apoyo a la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural y a la familia fundada sobre el matrimonio entre hombre y mujer".

Europa sólo será ella misma si promociona "el desarrollo integral de las personas, que la Iglesia católica considera la única vía capaz de remediar los desequilibrios del mundo", añadió. "Cuando la Iglesia reclama las raíces cristianas de Europa no busca un estatus privilegiado para ella misma". Pero si se reduce la importancia de la herencia religiosa, alertó, "se corre el riesgo de que los valores sean instrumentalizados por individuos o grupos de presión deseosos de hacer valer sus intereses particulares". Esta frase se interpreta como una advertencia contra el ateísmo de las élites radicales, contra la masonería, pero también contra los nuevos populismos y los fundamentalistas dentro del catolicismo o incluso contra las multinacionales y los bancos.

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