El 'sí' irlandés reactiva el proyecto europeo
Empieza la carrera para nombrar Alto Representante y presidente de la UE
La abrumadora victoria del sí de los irlandeses al Tratado de Lisboa ha puesto fin a ocho años de incertidumbre institucional europea. La decisión de los irlandeses despeja el camino para una rápida entrada en vigor del también llamado Tratado de Reforma que posibilita un papel más ambicioso de Europa en la escena internacional, crea el puesto de un presidente estable y agiliza el funcionamiento de la UE. Aunque el Tratado está todavía pendiente de la rúbrica de los presidentes polaco, Lech Kaczynski, y checo, Václav Klaus, la carrera para los nombramientos del futuro presidente y el Alto Representante de la Unión ya ha empezado y constituirá el asunto principal de la próxima cumbre europea los días 29 y 30 de octubre.
El presidente checo recibirá las presiones más fuertes de Francia y Alemania
La unión de Merkel y Sarkozy oscurece las posibilidades de Blair de presidir la UE
Las reacciones de satisfacción de los principales líderes y políticos europeos reflejan la voluntad de acelerar la entrada en vigor del Tratado. "Ahora es importante poner el Tratado [de Lisboa] en marcha", dijo ayer el primer ministro sueco Fredrik Reinfeldt, presidente de turno de la Unión. Añadió que el Consejo Europeo, que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno, "está unido en su voluntad de ver la entrada en vigor del tratado antes de fin de año". El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, más emotivo dijo "gracias a Irlanda" por el resonante sí a Europa y precisó que "ahora todos los Estados miembros han aprobado democráticamente el Tratado".
Kaczynski ya ha anunciado su voluntad de rubricar el texto enseguida. Las presiones se van a concentrar sobre la República Checa y su presidente Václav Klaus. En Praga la cuestión está en el recurso interpuesto por 17 senadores ante el Tribunal Constitucional, que ya se pronunció en noviembre pasado señalando que no había contradicciones entre el Tratado de Lisboa y la Constitución checa. Reinfeldt manifestó ayer su confianza en que el tribunal pueda decidir "en el plazo de dos o tres semanas". Klaus, conocido por su virulencia contra el proyecto europeo, tropezará con un creciente aislamiento en Europa con excepción de líder conservador británico, David Cameron.
En cualquier caso, la presión sobre Klaus será máxima. Reinfeldt ha convocado a una reunión para el miércoles al primer ministro checo, Jan Fischer, y a José Manuel Barroso. El ex primer ministro checo, Mirek Topolanek, sugirió recientemente a Barroso que se presionase a Klaus advirtiéndole de que la República Checa podría perder su comisario.
Pero Klaus recibirá las presiones más fuertes de Francia y Alemania, de cuyo país tiene una dependencia económica determinante, especialmente en el sector automovilístico. La canciller Ángela Merkel manifestó sentirse "muy feliz" por la aprobación y precisó que el sí irlandés era un paso decisivo para la entrada en vigor del Tratado. El líder francés, Nicolas Sarkozy, se mostró también exultante. Un comunicado de la presidencia francesa afirmó que "la victoria del sí permite superar una etapa decisiva para la entrada en vigor del Tratado de Lisboa". "Francia desea", añadía, "que los países que todavía no lo han hecho, logren lo antes posible su ratificación para que pueda entrar en vigor antes de fin de año".
Diego López Garrido, secretario de Estado para la Unión Europea, aseguró que la "aplicación del Tratado será una de las prioridades de la presidencia española" durante el primer semestre de 2010. El fortalecimiento de Merkel, tras su reelección como canciller, y el amplio apoyo de Sarkozy en Francia, permitirán reconstruir la alianza franco-alemana, a la que aspiran de nuevo ambos países, que había desempeñado un papel fundamental en la construcción europea.
Merkel y Sarkozy han reforzado sus relaciones tras el distanciamiento que ambos experimentaron del presidente estadounidense Barack Obama y Gordon Brown, en la pasada reunión del G-20 en Pittsburgh.
La restauración de la alianza entre Merkel y Sarkozy oscurece las posibilidades de Tony Blair para ser el primer presidente de la Unión. Blair, reiteradamente aireado por la prensa anglosajona para este puesto, cuenta con la oposición de muchos pequeños y medianos países y el mal recuerdo de su activo papel en la guerra de Irak.
Otros nombres que han trascendido son el ex presidente Felipe González, que goza de un amplio prestigio ente los líderes europeos, pero cuya principal desventaja es que otro ibérico, Barroso, ya tiene uno de los cuatro puestos relevantes de la Unión. También se han mencionado al ex canciller austriaco, Wolfgang Schüssel, la ex presidente irlandesa, Mary Robinson, y el primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende.
Para el puesto de Alto Representante, el ministro de Exteriores sueco Carl Bildt, ha quedado prácticamente descartado tras sus comprometidas manifestaciones favor de la entrada de Turquía. En su lugar cobra fuerza el nombre de la ex ministra de Exteriores de Austria Ursula Plassnik. La salida de Javier Solana supondrá una importante pérdida de influencia política para España. Una pérdida que podría compensar en parte si lograra el nuevo puesto de Secretario General del Consejo. Para el puesto España cuenta políticos y diplomáticos muy idóneos con una probada trayectoria en las instituciones comunitarias.
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