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El desafío nuclear iraní

Los ayatolás se ponen a la defensiva

El descubrimiento de las instalaciones nucleares de Qom mina aún más la credibilidad del régimen iraní, ya desgastado por las protestas internas

Ángeles Espinosa

Irán trataba ayer de minimizar la revelación de que está construyendo una instalación nuclear no declarada en la ciudad santa de Qom, a unos 150 kilómetros de Teherán. A la defensiva, sus responsables aducían haber informado al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). Pero la comunicación se hizo el pasado lunes in extremis, tras saber que los servicios secretos occidentales la habían detectado y que iba a hacerse público. La noticia sólo puede minar aún más la credibilidad del régimen, ya desgastado por las fricciones internas, y debilitar su postura ante las conversaciones nucleares previstas para el próximo jueves en Ginebra.

"La actividad de estas instalaciones, que aún están en construcción, está dentro del marco de las normas del OIEA", se apresuró a señalar el director de la agencia iraní de la energía nuclear, Ali Akbar Salehí. En un comunicado difundido poco después de que se revelara la existencia de la planta de Qom, Salehí justificó ese proyecto "para garantizar sus derechos inapelables al uso pacífico de la energía nuclear".

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¿Por qué entonces Irán ha mantenido su construcción en secreto durante casi cuatro años? "Si se tratara de una planta secreta, no hubiéramos informado al OIEA", declaró un alto funcionario iraní en la ONU citado por la agencia Reuters. El mismo razonamiento empleó el presidente Mahmud Ahmadineyad en una entrevista con la revista Time. Sin embargo, las autoridades iraníes sólo comunicaron su existencia después saber que el espionaje occidental tenía constancia de los trabajos y que el asunto iba a ponerse sobre la mesa en la reunión de Ginebra.

"No creo que afecte", manifestó ayer a este diario Ali Akbar Javanfekr, un asesor de Ahmadineyad. Sin embargo, fuentes diplomáticas occidentales estimaban que la revelación debilita la postura de Teherán en la disputa sobre su controvertido programa nuclear y hace más probable un endurecimiento de las sanciones internacionales. El trabajo durante años en una instalación clandestina no sólo socava su credibilidad, sino que podría convencer a Rusia y China de que aspira a algo más que a conseguir energía atómica.

"Les han metido un gol", interpreta un embajador europeo acreditado en Irán y que sigue muy de cerca la crisis nuclear. "Con independencia del contenido , el halo de transparencia y juego limpio con el que se han querido rodear, se ha venido abajo. Una vez más, han quedado como unos tramposos", resume.

El programa nuclear de Irán salió a la luz hace siete años, después de 18 en la clandestinidad. Desde entonces, y salvo breves interrupciones, ha seguido ampliándose con el objetivo declarado de fabricar combustible nuclear. Sin embargo, cuando los inspectores de la ONU fueron autorizados en 2003 a visitar sus instalaciones, descubrieron en una de ellas uranio enriquecido por encima del entre 3% y 5% necesario para el uso civil. Poco después, hallaron un documento en el que se explicaba cómo formar hemisferios de uranio, una técnica que no tiene otra aplicación que fabricar armas atómicas.

Durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU el pasado miércoles, Ahmadineyad aseguró que su país había "colaborado plenamente con los inspectores nucleares". Hasta ahora Irán sólo había admitido tener un centro de enriquecimiento de uranio en Natanz y sus portavoces siempre han negado las acusaciones occidentales de que disponían de otras plantas fuera del control del OIEA.

"Han perdido toda credibilidad. Si hay una instalación secreta, puede haber 25", declara un diplomático occidental en Teherán. La impresión generalizada es que a partir de ahora "será difícil creerles cuando digan que están comprometidos con la no proliferación o que las armas atómicas son contrarias al islam". El mismo argumento da pábulo a la denuncia realizada el miércoles por el grupo disidente Muyahidín Jalq de que ha identificado dos sitios, cerca de Teherán y desconocidos hasta ahora, donde científicos iraníes están "investigando y tratando de fabricar detonadores para armas nucleares".

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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