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Reportaje:

La revancha de Moctezuma

El último emperador, el líder casi divino cuyos vastos dominios se extendían desde el Pacífico hasta el golfo de México, el guerrero tan venerado como temido por sus sanguinarios sacrificios humanos. Moctezuma II, consolidador pero finalmente también protagonista de la extinción del imperio azteca en el siglo XVI, encarna un mito que fascina a historiadores y divide a los mexicanos por su supuesta condición de cobarde y traidor: se confió a los conquistadores españoles y acabó rindiendo a su pueblo. Una ambiciosa exposición que el Museo Británico dedica ahora a su figura, a su papel como dirigente de una civilización compleja y sofisticada, a sus logros militares y comerciales, también a sus ritos y ceremonias, nos sugiere, sin embargo, una versión distinta de los acontecimientos. La de un gobernante (reinó entre 1502 y 1520) que se resistió a sus captores y acabó asesinado por ellos ante sus súbditos.

Tenochtitlán, con 250.000 habitantes, llegó a ser un centro de poder comparable al Nápoles o a la Constantinopla de la época
Moctezuma cuidaba su imagen semidivina para subrayar su papel por encima de los súbditos, dice el comisario de la muestra
La exposición sugiere que Moctezuma fue asesinado por los propios invasores españoles cuando dejó de servir a sus propósitos

La teoría puede resultar aventurada, porque la historiografía sobre el personaje presenta infinidad de datos contradictorios, pero ha logrado un tremendo gancho publicitario para la muestra Moctezuma: soberano azteca, que se presenta como el plato fuerte de la temporada museística londinense. Más de 130 piezas procedentes de 23 museos de ocho países además de las que se han rescatado de los propios fondos del British Museum presentan una narrativa biográfica del guerrero prehispánico que heredó el imperio, lo afianzó y construyó un nuevo palacio en su capital, Tenochtitlán, un centro de poder con 250.000 habitantes capaz de mirarse cara a cara con el Nápoles o la Constantinopla de la época. La exhibición propone un recorrido por la figura de Moctezuma a través de su linaje e historia familiar, de sus campañas militares al frente de sendas órdenes de guerreros la de los caballeros águila y la de los jaguar, de su política expansionista y de sus proyectos arquitectónicos, incluida una pormenorizada reconstrucción de la corte azteca.

Un impresionante monumento de piedra, el Teocalli de la Guerra Sagrada, proyecta la imagen del emperador junto a un jeroglífico que representa el poder de Moctezuma Xocoyotzin (o Montezuma, nombre con el que también suele designársele), en forma de diadema de turquesa con una nariguera. Ese símbolo de su condición de mediador entre el pueblo y los dioses es una de las más importantes obras de arte que se conservan de la cultura azteca, un documento de la extraordinaria destreza de los artesanos de la corte que por primera vez se exhibe fuera de México. Moctezuma cuidaba su imagen de figura semidivina y se hizo construir palacios y tronos que subrayaran su papel por encima de los súbditos, explica al respecto el comisario de la exposición, Colin McEwan.

Varias instituciones públicas y privadas de México aportan más de la mitad de las piezas expuestas en Londres, entre las que figuran esculturas, mosaicos, orfebrería, cuadros y maquetas arquitectónicas como la del Gran Templo. Muchas de ellas nunca habían salido del país. El principal museo público británico ha logrado reunir, por primera vez, seis monumentos en los que aparece incrustado el nombre de Moctezuma, y se ha atrevido con una reconstrucción parcial de su retrato a partir de fragmentos de una imagen esculpida en piedra que ha sobrevivido a nuestros días.

Una de las joyas de la exposición, dado su carácter novedoso, es el conjunto de 14 objetos de oro hallados hace tan sólo un año en unas excavaciones que siguen todavía en curso bajo el pavimento de Ciudad de México. Se trata de ofrendas a los dioses colocadas en lo que sería la entrada de una tumba real en la antigua capital azteca. Destaca también la fabulosa colección de enconchados, pinturas sobre tabla de madera con incrustaciones de madreperla, procedentes del madrileño Museo de América. Frente a esos impresionantes retablos que ilustran con detalle la vida cotidiana en la sociedad azteca, McEwan dice confiar en que acabe implantándose el término mexica para referirse a los pobladores que se separaron de los aztecas asentándose en el valle de México (alrededor del año 1200), donde acabaron fundando Tenochtitlán en lo que hoy es el Distrito Federal.

La participación española en la muestra también incluye el llamado Códice Durán (biblioteca del Palacio Real de Madrid), una obra de fray Bernardino Durán que documenta la visión prehistórica de los conquistados, las premoniciones cometas en el cielo o torres de fuego que, según los nativos, precedieron a la llegada de los españoles, un testimonio recogido de fuentes orales. En un principio, los aztecas recibieron con cortesía a los ocupantes de aquellos barcos invasores que arribaron a la costa mexicana en 1519. Moctezuma acogió en su capital a Hernán Cortés y lo alojó en su propio palacio imperial. El anfitrión acabó hecho prisionero y, si bien se le acabó restaurando en el trono, ya no dejó de ser un vasallo español. La versión popularmente aceptada habla de una rebelión de disidentes de su propio pueblo que mataron al emperador a pedradas. La capital azteca caía en agosto de 1521, abriendo vía a la colonización española de México. La muerte del líder supremo, no obstante, siempre ha estado rodeada de controversia para los historiadores. ¿Murió después de entregarse al mejor postor o bien defendiendo a los suyos? La muestra del Museo Británico plantea la hipótesis de que fue asesinado por los propios invasores españoles cuando dejó de servir a sus propósitos.

Sendos manuscritos del siglo XVI, procedentes de Ciudad de México y de la Universidad de Glasgow, despliegan una serie de ilustraciones que nos muestran a un Moctezuma apresado, sujeto con cadenas o con una cuerda en torno al cuello. La idea de la connivencia con el colonizador, según esa lectura, obedecería a la tergiversación que los españoles aplicaron a los hechos o quizá a la propia reinterpretación de los aztecas en su búsqueda de un chivo expiatorio para justificar su derrota. Neil MacGregor, director del Museo Británico, no se define al respecto, pero subraya que la historia de Moctezuma II presenta quizá uno de los ejemplos más fascinantes de la implosión del poder y el choque de civilizaciones. La invasión española de las Américas en el siglo XVI está en el trasfondo de una exposición que pretende huir de las versiones simplistas y cuestionar la historia, la complejidad del personaje, su reacción ante los colonizadores.

Entre las piezas que se presentan en Londres destaca un códice, conservado en Oxford, bautizado con el nombre del primer virrey español de Nueva España, Antonio de Mendoza. Fue creado apenas veinte años después de la conquista y contiene la historia de los grandes señores aztecas y sus proezas, una lista del tributo pagado a los ocupantes por los sometidos y una serie de pictogramas que adjuntan comentarios en español. En ese soporte aparece reflejado el mito fundacional de Tenochtitlán, el águila sobre un nopal, elementos que, junto a la serpiente, pasaron a integrar el escudo nacional de México.

El país norteamericano conmemora el próximo año el bicentenario de la independencia (1810) y el centenario de su revolución (1910). El estreno de Moctezuma: soberano azteca se anticipa a esa doble efeméride proponiendo una inmersión en esa fascinante civilización nativa de los aztecas y en el complejo perfil del que fuera su último gran emperador.

La exposición Moctezuma, soberano azteca permanecerá en el British Museum de Londres del 24 de septiembre de 2009 al 24 de febrero de 2010. La serpiente era un animal mítico para los aztecas. Ésta de dos cabezas en turquesa forma parte de la muestra de Londres. riqueza y poder. Los artesanos aztecas trabajaban con los materiales más preciados. La muestra exhibe colgantes y anillos de oro, cofres ricamente labrados y diversas estatuillas y máscaras antropomórficas en piedra y turquesa. La coraza de hierro del español Pedro Alvarado (derecha) es uno de los vestigios de los conquistadores. hombre y mito. El Teocalli de la Guerra Sagrada (izquierda) es uno de los platos fuertes de la muestra. En esta escultura labrada en piedra se ve a Moctezuma junto al sol. A la derecha, retrato de Moctezuma realizado por Antonio Rodríguez en el siglo XVII. códices y cráneos. El Códice de Moctezuma (a la izquierda), el Códice Mendoza (abajo, derecha) y las escenas de La conquista de México (junto a estas líneas) son algunas de las obras documentales que aporta la muestra, junto a joyas (abajo) y objetos rituales, como el cuchillo de sacrificio y el cráneo recubierto de turquesas de la página derecha.

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