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El fin del idilio americano con Europa del Este

La Europa central, oriental y báltica se sintió ayer repentinamente desnuda y abandonada con el anuncio de Barack Obama de que renuncia al escudo antimisiles en que tanto esfuerzo político y emocional ella había invertido, al concebirlo como un seguro de vida contra el gran vecino del Este, de cuyas tendencias neoimperialistas recela. Distintos analistas apuntaron que es el momento de buscar una nueva relación con Washington, basada más en el pragmatismo que en la emoción.

Fue significativo que en Varsovia se hiciera notar que las palabras de Obama sonaron exactamente el mismo día en que los polacos, que sienten en carne viva su traumática historia con Rusia, conmemoraban los 70 años de la invasión del Este del país por el Ejército soviético. Ya el pasado día 1, en el aniversario del comienzo de la II Guerra Mundial, Polonia lamentó el bajo nivel de la delegación estadounidense enviada a Gdansk.

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Un reciente sondeo del German Marshall Fund, un centro de estudio y análisis político, revela un significativo cambio en la relación que las dos Europas -la vieja y la nueva, por usar la distinción creada por Donald Rumsfeld para celebrar el fuerte apoyo del Este europeo a la guerra de Irak- mantienen con Obama. Mientras los europeos del lado occidental suscriben con entusiasmo (83%) las políticas del nuevo presidente, los del centro y del este se muestran rayanos en la frialdad (60% de apoyo). En la Europa de 2009, el 53% de nuevos europeos tiene buena opinión de EE UU, frente al 63% de los occidentales. Polonia es el país que menos apoya la política exterior de Obama y el número de polacos que deseaban un mayor liderazgo de EE UU en el mundo era mayor en 2002, con George Bush en la Casa Blanca, que en 2009.

Para bálticos, centroeuropeos y orientales, el plan de Washington de instalar un escudo antimisiles era la confirmación de la relación privilegiada con el secular defensor de las libertades frente a la amenaza venida del Este. Se recordaba ayer cómo el pasado mes de julio prominentes personalidades de la región habían escrito una carta abierta a Obama pidiéndole que no cediera ante las objeciones rusas al escudo.

En vano. Y ayer cundió la sensación de derrota. "No es una buena noticia ni para la República Checa, ni para la libertad ni para la independencia checa", comentó el ex primer ministro checo Mirek Topolanek, muñidor del acuerdo para instalar en su país el radar que había de guiar a la batería de 10 misiles situada en Polonia. "Nos vuelve a colocar en la posición que hemos tenido durante los últimos 100 años en Centroeuropa, fuera de una alianza sólida, lo que supone un cierto peligro". En cambio, Jiri Porubek, su rival socialdemócrata en las próximas elecciones, también ex primer ministro cantó victoria, calculando que la medida de Obama tendrá réditos electorales. "La decisión prueba que teníamos razón", dijo.

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Al poco de que hablara Obama, el Pentágono acudió con las sales. Polonia y la República Checa tendrán en 2015 misiles capaces de destruir otros balísticos de corto y medio alcance.

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