Arenys: el humo y el fuego
La consulta popular -que no referéndum- convocada en Arenys de Munt para el próximo domingo acerca de la posibilidad de que Cataluña se convierta en un Estado independiente ha suscitado la severa reacción del Gobierno central, la enérgica intervención de la justicia y un amplio abanico de réplicas hostiles -oscilando entre la histeria y el sarcasmo- en numerosos espacios de opinión. Por mi parte, y sin otro ánimo que el de enriquecer, ensanchar el debate, quisiera sugerir algunas cuestiones que creo muy relacionadas con el caso Arenys y, sin embargo, observo poco atendidas por la polémica en curso.
¿Por qué ahora y no antes? ¿Por qué ni en 1978 ni en 1985, verbigracia, no se promovió ninguna votación semejante, aun cuando el tercero de los famosos Cuatro Puntos de la mítica Assemblea de Catalunya reivindicaba explícitamente el derecho de autodeterminación? ¿Por qué, con tres décadas de autonomía y dos Estatutos a la espalda, 171 alcaldes catalanes y casi un millar más de electos locales, agrupados en el colectivo Decidim.cat, reclaman hoy el derecho del pueblo catalán a decidir libremente su futuro? ¿Tiene esto algo que ver con las frustraciones acumuladas desde 1980 acá, con esa tenaz sensación de que las energías consumidas en hacer avanzar el autogobierno no son proporcionales a los frágiles resultados obtenidos, siempre al albur de una ley de bases, de una sentencia de inconstitucionalidad o de otra ronda de café para todos?
¿La designación de un falangista como abogado del Estado ha salido de un bombo o de un 'maulet' infiltrado?
¿Por qué, ante iniciativas sociales como la de Arenys de Munt, a ciertos partidos -Ciutadans, el PP, pero también el PSC- les sale tan rauda la vocación de policía indígena, y corren a instar la actuación coercitiva o represiva del Estado? ¿Y cómo interpretar esa espontánea union sacrée entre Partit dels Socialistes y Partido Popular -por ejemplo, en el Ayuntamiento de Mataró- para rechazar, no un episodio de kale borroka, sino un ejercicio de democracia de base sin ninguna consecuencia jurídica?
Ironicemos en buena hora sobre los numerosos puntos débiles de la consulta de Arenys, o sobre la insignificancia político-social de sus impulsores. Pero, entonces, ¿qué decir de que, ante tan tremebundo desafío al Estado, la defensa de la Constitución haya sido confiada a un militante o ex militante de grupos políticos declaradamente contrarios al actual orden constitucional (Falange Española de las JONS, Falange Española Auténtica), a un ultra que creía y quizá sigue creyendo en la revolución pendiente y cuyos escarceos electorales de 1995-1996 recogieron en Tarragona 190 votos (el 0,06%), en Barcelona 1.290 (el 0,04%). ¿La designación de Jorge Buxadé Villalba para llevar este caso ha salido de un bombo, o hay en las dependencias barcelonesas de la Abogacía del Estado algún maulet infiltrado?
Entretenidos en el debate en torno a la consulta de Arenys de Munt y su supuesta capacidad para desbaratar "la estabilidad social y política" (así lo cree Jorge Buxadé hablando en nombre del Estado), me temo que a algunos analistas y observadores les ha faltado tiempo para leer con calma los barómetros de opinión que elabora regularmente el CEO, el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat. Según tales sondeos, entre junio de 2005 y julio de 2009, el número de partidarios de un Estado catalán independiente ha crecido más de 5 puntos, desde el 13,6% al 19%. No discutiré si es mucho o poco. Lo cierto es que, esta vez, el incremento no resulta imputable a una reacción ante las hosquedades y las provocaciones de Aznar y del PP; se diría más bien una respuesta a las tergiversaciones y las promesas rotas del risueño Rodríguez Zapatero, así como al evanescente federalismo ful del PSOE.
Tal parece que, a propósito de la convocatoria de pasado mañana en Arenys de Munt, exista cierta tendencia a confundir el humo con el fuego.
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