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Columna
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¿Trabajo o exclusión social?

Organizado por ECAS (Entitats Catalanes d'Acció Social), se ha celebrado estos días en Barcelona un congreso en el que, bajo el título de Treball i Ciutadania, se ha tratado de la importante problemática que puede generar en los próximos años el incremento de la desocupación, no sólo en su aspecto económico de falta de ingresos familiares, reducción obligada del consumo e incremento de necesidades no satisfechas, sino especialmente en la vertiente de exclusión social que comportará. Tanto para los nativos, como especialmente para los llegados recientemente, la integración en la sociedad -catalana o española- pasa fundamentalmente por la integración laboral. Una persona se siente miembro de una sociedad, si ésta le proporciona oportunidad de trabajo e ingresos y además unos servicios básicos generales (sobre todo sanidad, educación y asistencia social) a cambio de la aportación de su trabajo. La integración política y la cultural son mucho más lentas y esta última puede llegar a no producirse y la persona conservar mayoritariamente su cultura de origen. No en vano se ha repetido mucho que "es catalán quien vive y trabaja en Cataluña", sin trabajo, la exclusión social está más cerca.

Para salir de la crisis será necesario que en los próximos años se generen en Cataluña alrededor de 350.000 puestos de trabajo

El importante incremento del paro, que afecta en gran parte a personas nacidas fuera de Cataluña y también de España, afectará sin duda y comprometerá el proceso de integración, aunque se mantenga la voluntad de permanecer aquí. Como decía hace poco un chaval norteafricano en una banlieue de París: "la diferencia entre mi padre y yo es que él trabajaba en Francia sin ser francés y sin casi hablar francés, y yo soy francés y hablo perfectamente francés, pero llevo dos años sin trabajo. No me siento francés". La falta de perspectiva laboral en jóvenes así es el más fuerte elemento de exclusión y de la rebeldía urbana que está viviendo Francia, y se empieza a dibujar en otras zonas de Europa.

Los próximos años, para ir saliendo de la situación de crisis en España, será necesario que se generen alrededor de unos dos millones de puestos de trabajo, en Cataluña unos 350.000. Se necesitan para dar ocupación a los que en los últimos 18 meses han perdido sus empleos, muchos de ellos relacionados con la construcción y actividades conexas. Es impensable que estas oportunidades de trabajo se generen otra vez en este mismo sector, ya que volveríamos a repetir los errores del pasado y a generar una nueva burbuja que nos ha llevado al desastre que lamentamos. Será necesario inventar nuevas ocupaciones en otras actividades a través de un proceso de reconversión, que será lento pero perfectamente posible. Y sobre todo será necesario asegurarse que cuando estos trabajos aparezcan, haya personas preparadas para desempeñarlos. No se piense que se trata solamente de trabajos de alta calificación. Algunos sí, pero la mayoría serán de calificaciones medias y bajas.

¿Podrán las personas que están ahora en paro tener acceso a estas oportunidades de trabajo? Sin duda, si se preparan adecuadamente. ¿Representa una barrera el hecho de su origen? En absoluto, pues aunque algunos tengan tal vez una formación inicial incompleta, la mayoría son personas bastante jóvenes, en edad de aprender lo que no aprendieron de niños y con unas ganas enormes de capacitarse para integrarse definitivamente, a través de un trabajo, en nuestra sociedad.

Desde hace décadas, hemos ido diciendo que las situaciones de paro deben ser cubiertas con subsidio, pero también hemos insistido en que los periodos de inactividad deberían obligatoriamente aprovecharse para realizar actividades comunitarias y sobre todo para formarse. Durante los próximos años, debemos retomar con mayor fuerza esta receta porque el cambio de actividad será mucho más acusado que en otros tiempos y porque una parte de las personas afectadas necesitará un esfuerzo de aprendizaje más largo y más intenso.

Las medidas inmediatas contra la crisis son necesarias, aunque sólo sean medidas de urgencia para "poner parches". Pero deben prepararse medidas más profundas para preparar el futuro y abrir oportunidades tanto a personas arraigadas y con ciudadanía desde tiempo, como a personas que viven aquí, que han trabajado aquí y que deben poder volver a trabajar y adquirir finalmente la condición de ciudadanos. El reto catalán y español de la crisis es sobre todo éste.

Joan Majó es ingeniero y ex ministro.

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