"El teatro es libre, el cine es fascista"
El artista estadounidense se mete en la piel de un asesino en serie en la obra que inaugurará este sábado el festival de Peralada, en Girona; un espectáculo donde cada función es diferente, pues el intérprete revisa el texto cada noche
Unas copas de vino tinto y varios cigarrillos de sobremesa. John Malkovich (Christopher, Illinois, 1953) está a sus anchas después de una cena con amigos en uno de los locales favoritos del mundo bohemio vienés. (Se llama Immervoll, que significa "Siempre lleno"). Algunos curiosos lo reconocen, pero se contienen hasta que acaba la entrevista para acercarse a pedirle un autógrafo y decirle a Malkovich cuánto lo admiran.
El actor protagoniza Desgracia, el filme basado en la novela de J. M. Coetzee, que se estrena en España el próximo día 31. Pero ahora está centrado en el teatro. En Viena ha presentado La comedia infernal, una obra que combina teatro y ópera y que el próximo sábado inaugura el Festival de Peralada (Girona). La estrella de Hollywood encarna a Jack Unterweger, el asesino en serie que encandiló a los intelectuales austriacos en los años noventa. El libretista Michael Sturminger ha escrito una obra a la medida de Malkovich, que actúa flanqueado de dos mujeres que cantan nueve arias muy diversas -Weber, Boccherini, Vivaldi, Mozart- que tienen en común el dolor de la mujer maltratada. Las acompaña la orquesta Wiener Akademie, dirigida por Martin Haselböck, creador de la parte musical de la obra.
"Para creer en la política hay que tener una corrupción intelectual total"
"Me gustaría hacer un filme inspirado en la arquitectura de Josep Maria Jujol"
Pregunta. La comedia infernal se estrenó el año pasado con éxito en Los Ángeles. ¿Cómo surgió la idea?
Respuesta. Encontré a Martin Haseböck casualmente en una cena en Los Ángeles, y al día siguiente me llamó y me dijo: "Tenemos que hacer algo juntos". Yo le dije: "Si quieres que la gente venga al teatro, hay que hacer algo sobre Jack Unterweger". Los asesinos en serie interesan en todos los países, a todos los diarios y programas de televisión. Cabe preguntarse por qué, y por qué Unterweger tenía por todos lados mujeres que lo seguían y se obsesionaban con él. Tenía una en cada país. Le ofrecían casa, coche...
P. ¿Cuál es su explicación?
R. No sé. Si matas gente, las mujeres te escriben cartas, quieren casarse contigo. Quizás las mujeres piensan que pueden cambiar a los asesinos, que los pueden salvar. Les gustan los hombres amenazantes. Conozco varias mujeres que se divorciaron porque sus esposos eran demasiado buenos, amables. Me parece raro. No tengo respuesta.
P. ¿Pero qué le llevó a interesarse precisamente por Unterweger, habiendo tantos ejemplos de asesinos en serie de mujeres?
R. Pasé bastante tiempo en Austria en los años noventa, donde se habló mucho de Unterweger. También era conocido en Estados Unidos, desde donde escribió para Austria como periodista. Informaba sobre las pésimas condiciones de las prostitutas, pero no las ayudó mucho porque mató a las que encontró. No tengo ningún interés en el personaje mismo de Unterweger. Sus actos son enormemente tristes, destructivos, pero me interesó como resultado de la estupidez mental y emocional de los políticos.
P. Lo dice porque Unterweger, condenado a muerte, fue absuelto en 1990 a raíz de una petición de destacados intelectuales de izquierda. Una vez libre, siguió matando prostitutas en Los Ángeles, Austria y la República Checa, luego volvió a ser condenado a muerte y se ahorcó.
R. Sí. Unterweger era un psicópata, pero hubo quien dijo que había que dejarlo libre porque tomó cursos de escritura. Aunque nunca fue buen escritor. Era una patata caliente entre la izquierda y la derecha. Imagina que alguien te dice que los árboles delante de tu casa están enfermos. La izquierda dice: hay que alimentarlos, darles agua. Y la derecha dice: hay que arrancarlos para que no contagien a los demás. Yo en cambio me pregunto por qué ha venido una persona a contarme que las plantas están enfermas.
P. ¿No tiene usted ninguna inclinación política?
R. No creo ni en política ni en religión. Para creer en la política hay que tener una corrupción intelectual total. Unterweger es un ejemplo de eso. Pero en la obra de teatro no nos referimos directamente a la realidad. Trata sobre el interés de la gente por el tema.
P. Usted se ha psicoanalizado durante mucho tiempo, ¿hasta qué punto tiene influencia en su forma de interpretar?
R. Tiene mucha influencia en mi trabajo y en mi vida. Porque Freud enseña que somos suficientes. Al contrario que la política y la religión, que sostienen que los seres humanos no pueden bastarse por sí mismo. Pero no se necesita ni ideología ni religión para que seamos humanos, vitales, curiosos y justos, ni para estudiar, contemplar, reflexionar, para celebrar e incluso para condenar. Freud se equivocó en muchas cosas, pero no en esto.
P. ¿Sus padres tenían la misma forma de ver estas cosas?
R. No. Eran mucho más conservadores que yo. Eran ateos profundos, ateos casi de forma evangélica. Yo no. Yo soy muy feliz sin ningún dogma.
P. También exige mucha libertad en su trabajo.
R. Sí. No haría teatro si no fuera completamente libre. Por el contrario, el cine es algo fascista. La película se detiene si hago simplemente así [se agacha, como saliendo del encuadre de una cámara] . El teatro me gusta porque es libre, porque es efímero como la vida.
P. En cada función de La comedia infernal hay novedades. ¿Improvisa?
R. No es exactamente improvisación. Lo que hago es revisar el texto cada noche y reajustar la siguiente actuación.
P. O sea que la pieza que verá el público español será diferente de la que acaba de ver el público vienés.
R. Será diferente porque en España no conocen a Jack Unterweger. Conozco Barcelona, he pasado mucho tiempo allí, me gusta especialmente la arquitectura de Josep Maria Jujol. Tenemos la idea de hacer una película inspirada en Jujol, con mi decorador y un realizador inglés. Pero todavía no sabemos si conseguiremos financiación. Yo no escribiría el guión, pero se haría en base a mis ideas. Sería un filme sobre cosas que pueden ocurrir en los edificios de Jujol, como la Casa Planells, las torres en Sant Joan Despí, la Casa Bofarull... Porque los lugares tienen una enorme influencia en las vidas.
P. ¿Y otros proyectos?
R. Tengo bastantes proyectos como productor, uno o dos como realizador y algunas cosas en teatro. He terminado de representar en París una obra escrita por un joven americano y titulada El buen canario. Ya la representé en México y el año que viene la llevamos a Nueva York y Londres.
Del cine al teatro
- 'En un lugar del corazón'. Primer papel (1984), candidatura al Oscar.
- 'Muerte de un viajante'. Debuta en Broadway con el drama de Arthur Miller (1985).
- 'Las amistades peligrosas'. El papel que le convirtió en estrella. (1988).
- 'En la línea de fuego'. Segunda nominación a los premios de Hollywood. 1993.
- 'Cómo ser John Malkovich'. Hace de sí mismo (1999) para Charlie Kaufman.
Babelia
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