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Israel reta a EE UU y levanta más casas en una colonia

"Debatir sobre las colonias es una pérdida de tiempo", declaraba ayer el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en un nuevo desafío a las demandas incesantes de Barack Obama. Lo que merece la pena, a juicio del Gobierno israelí, es seguir construyendo en los asentamientos de Cisjordania. El ministro de Defensa, Ehud Barak, ha aprobado recientemente la edificación de 300 nuevas viviendas en una colonia considerada ilegal por el propio Tribunal Supremo israelí cercana al asentamiento de Talmón, al noroeste de Ramala. El lunes, las autoridades de Jerusalén entregarán 65 órdenes de demolición de casas a vecinos palestinos en la ciudad santa y sus inmediaciones, zona ocupada en 1967. La Casa Blanca también ha exigido que cesen los derribos, pero, hasta la fecha, la respuesta israelí es hacer oídos sordos.

Un portavoz oficial rechazó que el Gobierno haya dado el visto bueno a la construcción de 240 casas y se limitó a decir que otras 60 ya levantadas obtuvieron autorización del anterior Ejecutivo. Pero Binkom, una organización que asesora a ONG israelíes, no tiene dudas al respecto.

Visita a Europa

De visita oficial en Roma, el jefe del Ejecutivo hebreo escuchó pronunciar a su homólogo Silvio Berlusconi las mismas palabras que a Obama: "Construir en las colonias es un obstáculo a la paz". Volverá a escucharlo mañana en París. Israel está aislado en este asunto crucial. La entrevista prevista para el jueves en París entre Netanyahu y el enviado de Washington para Oriente Próximo, George Mitchell, fue repentinamente suspendida. Falta por saber cómo reaccionará un presidente estadounidense que parece muy decidido a tomar el toro por los cuernos.

Los acontecimientos se sucedieron ayer a ritmo vertiginoso tras semanas de calma chicha. El presidente del Parlamento palestino y dirigente de Hamás, Abdelaziz Dueik, fue excarcelado, después de que un juez militar rechazara la apelación de la fiscalía para prorrogar su estancia en prisión, una medida tan frecuente como la detención administrativa, que permite dejar entre rejas a palestinos sin celebrar juicio y sin presentar cargos. Pocas horas antes, el ministro de Seguridad Pública, Isaac Aharanovitch, visitaba la Explanada de las Mezquitas y desataba la ira de las autoridades musulmanas. En septiembre de 2000, Ariel Sharon hizo lo mismo. Fue el chispazo de la segunda Intifada.

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