"Mis retratos de Susan Sontag me ayudaron a superar su muerte"
La llaman la fotógrafa de los famosos y, ciertamente, ayer, la nube de fotógrafos, cámaras y periodistas que abarrotaban la sala Alcalá 31, de Madrid, parecía más propia de la alfombra roja de un festival de cine que de la inauguración de la exposición Annie Leibovitz: vida de una fotógrafa. 1990-2005. Ni siquiera se lo quiso perder Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid -organizadora de la muestra en el marco de PhotoEspaña-. Acompañada de todos sus consejeros, actuó como maestra de ceremonias en la presentación.
Será porque Leibovitz ha fotografiado a John Lennon desnudo, acurrucado junto a Yoko Ono apenas horas antes de morir. A la actriz Demi Moore, embarazada y también desnuda, para una portada de la revista Vanity Fair que cambió las reglas de la iconografía editorial. Durante cuatro décadas, ante el objetivo de Annie Leibovitz (Waterbury, Connecticut, 1949) han pasado todos los divos del universo hollywoodiense, estrellas del rock, poderosos políticos o famosos escritores. Jack Nicholson, William Burroughs, Patti Smith, Mikhail Baryshnikov... y, claro, Susan Sontag, su pareja durante 15 años.
La cronista de la fama expone en Madrid su faceta más íntima
"Guardo mi vida personal y no salgo a cenar con la gente a la que fotografío"
"Fui madre a los 50; las circunstancias retrasaron mi maternidad"
Pese a la fanfarria que la esperaba ayer, la fotógrafa siempre ha mantenido su intimidad bajo siete llaves. "Yo no salgo a cenar con la gente a quien fotografío. Trabajo mucho y guardo mucho mi vida personal", aseguró ayer. Aunque en este proyecto reconoce que ha "desnudado su alma". Vestida de genuino negro neoyorquino -camisa y pantalón-, con su melena rubia, ni siquiera las zapatillas deportivas que calza -también negras- le restan un ápice de esa elegancia bohemia característica de Manhattan.
Habla intercalando muchas pausas, como si reflexionase sobre la marcha, y explica que todo empezó tras la muerte de Sontag en diciembre de 2004 y la de su padre, seis semanas después. Comenzó buscando fotos de su compañera para el funeral y acabó escarbando en el archivo de los negativos del periodo que se acota en el título de la muestra.
La selección final reúne 200 imágenes en las que se mezclan los trabajos de encargo -famosos, políticos- con un entrañable catálogo de fotos familiares por las que desfilan sus padres, hermanos y sus tres hijas. "No tengo dos vidas", escribe a modo de explicación Leibovitz en el libro que reúne las fotos de la exposición (lo edita Lunwerg en su versión española). "Es la narración de una historia. El material estaba allí y juntarlo para contar una historia fue excitante".
La fotógrafa permite al espectador entrar hasta en los más íntimos recovecos de su existencia. Deja ver su imagen desnuda, embarazada a los 50 años, de su primera hija, Sarah. O las sucesivas hospitalizaciones de Sontag, que batalló contra el cáncer durante décadas. Hasta su muerte, que la fotógrafa muestra. Sin falso pudor. ¿Por qué publicar algo tan íntimo? "Después de que Susan muriera hablé con su hijo David [Rieff, periodista y escritor]. Uno de los primeros usos de la fotografía fue retratar a los muertos para tener su memoria. Lo discutí con David y me dijo que era algo que tenía que hacer. Me dio su permiso, de alguna manera. Pero en aquella sala, era como si Susan no estuviera allí. Su cuerpo era como un artefacto. Estaba el cuerpo, pero ella no. Y yo estaba más bien en el papel de una fotógrafa".
Mientras buscaba las fotos para la exposición, Leibovitz lloraba continuamente. De alguna manera, prepararla le ayudó a superar el dolor de las dos pérdidas sufridas. "Las imágenes de Susan me ayudaron a superar su muerte. Tuve la suerte de revivir todos esos sentimientos y de darme cuenta de todo lo que había recibido de mi familia, de mis padres, de mis hijas. Incluso hoy, al ver la instalación en esta sala, me conmueve ver fotos de mi padre, de mi madre. Hay mucho amor en ese trabajo. Para mí son como pruebas de lo que me dieron".
Un ciclo de vida y muerte que tuvo en 2001 un hito para Leibovitz con el nacimiento de su primera hija. En las fotos en las que Sontag sostiene al bebé, parece que la escritora da la bienvenida a una vida antes de despedirse. En 2005, gracias a una madre de alquiler, llegaron las mellizas Susan y Samuelle. ¿Por qué ese deseo de procrear a pesar de las convenciones? "Yo era una de seis hermanos y crecí en el principio de que la familia era lo más importante. Pero la vida me comió y lo hice cuando tuve la posibilidad, a los 50 años. Estoy en el mejor momento de mi vida y sé que el resto de mi vida va a girar en torno a ellas y eso es algo muy importante. Lo único que nunca pensé es que ocuparían tanto tiempo de mi existencia. Procuro estar con ellas todo lo que puedo".
Los organizadores de la visita a España dan fe: la fotógrafa retrasó un día su llegada a Madrid -llegó ayer en lugar del miércoles- porque una de las niñas estaba enferma.
Babelia
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