Cuentos que pintan cuadros
Pintar cuadros con palabras. Es lo que Javier Sáez de Ibarra (Vitoria, 1961) ha hecho con su libro de relatos Mirar al agua. Cuentos plásticos, obra ganadora del I Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, fallado el pasado marzo, y que ayer se presentó en la Feria del Libro de Madrid.
El libro, explicó el autor, nació de su interés por las artes plásticas: "Suelo leer las críticas de arte y las declaraciones de los artistas porque me interesan las reflexiones intelectuales que hacen sobre su trabajo". Para Sáez de Ibarra, profesor de instituto, el cuento es un género que admite mucha versatilidad. Aunque él prefiere desmarcarse de fórmulas preestablecidas: "En ocasiones el cuento se identifica con una técnica en la que todo está muy medido, tiene que haber un efecto sorpresa al final... Yo prefiero escribir a partir de la búsqueda de un personaje".
¿Cómo ha unido el arte con la literatura? Cada uno de los 16 relatos de Mira al agua. Cuentos plásticos, editado por Páginas de Espuma, desmenuza un tema artístico. Algunos son versiones de cuadros clásicos, como el titulado Las Meninas, en el que un grupo de personas adopta relaciones similares a las de los personajes de la obra de Velázquez. Otros son "una traducción en prosa de una técnica pictórica", explica el autor. Como el titulado Un hombre pone un cuadro, un relato "a capas" que se inspira en la pintura del irlandés Sean Scully. En otro, directamente inspirado en la herencia de Marcel Duchamp y escrito como un catálogo, un artista plástico extraterrestre viaja a la tierra se lleva de vuelta dos ready made: una prostituta negra y un anciano.
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