La prórroga de la central de Garoña gana puntos en el Consejo Nuclear
La planta nuclear se examina para funcionar diez años más
El Consejo de Seguridad Nuclear (CNS) afronta su semana más importante desde que en 2002 acordó el cierre de la nuclear de Zorita. Antes del próximo viernes a las doce de la noche debe opinar sobre si la central de Garoña (Burgos) es segura como para funcionar hasta 10 años más, lo que la convertiría en la primera planta en España en superar los 40 años de vida para los que fue diseñada y, sobre todo, abriría la puerta a las demás nucleares.
El pleno del CSN apurará el plazo y el sector nuclear da por descontado que el regulador será favorable a la continuidad aunque con condiciones. En eso coinciden fuentes próximas a las deliberaciones, que sostienen que el organismo no ha encontrado hasta el momento nada que impida seguir funcionando a la planta si aumenta sus inversiones en seguridad y moderniza equipos. Este informe sólo es vinculante si es negativo. Pero si el CSN da luz verde, el Gobierno tiene un mes para decidir si cierra la central.
El CSN debate condicionar la licencia a nuevas inversiones
El CSN se mira en la nuclear de Monticello (en Minnesota, Estados Unidos), un clon de Garoña. Ambas comparten tecnología de General Electric y fueron conectadas a la red en 1971. La de EE UU, situada en la ribera del Mississippi, tiene permiso para operar hasta los 60 años y la del Valle de Tobalina, aspira a llegar a los 48. Para ello trabaja desde hace tres años con el CSN para implantar las medidas de seguridad que se exigirían a nuevas plantas en EE UU. La central ya ha incorporado ocho de los puntos y ha pedido realizar las últimas modificaciones en las paradas de recarga de 2009 y 2011. La nuclear ha pedido aplazar la mejora de un sistema de purificación de gases y la duplicación de kilómetros de cables, para lo que tiene que construir un edificio.
La próxima semana, el CSN analizará el programa de envejecimiento de la central, algo que nunca se ha hecho en España, ya que es la primera que pide funcionar más allá de los 40 años. El pleno del organismo regulador tiene una composición plural. Hay dos consejeros propuestos por el PSOE (Carmen Martínez Ten y Francisco Fernández), dos por el PP (Luis Gámir y Antonio Colino) y uno por CiU (Antoni Gurguí). Las decisiones desde hace tres años se toman por unanimidad. Cuando antes se dividía el voto no solía ir por partidos, sino por criterios técnicos e incluso por afinidades personales.
Hay consejeros pronucleares declarados y el CSN quiere huir del precedente de Zorita. Entonces, PSOE y PP alardeaban de haber pactado su cierre y de que el voto de los consejeros respondía a una decisión política. De entonces sólo queda Martínez Ten en el pleno. "Con Garoña no es previsible que pase como con Zorita, a la que se le dijo que debía cerrar y que no podía cumplir los requisitos de seguridad. Aquí se le pondrán condiciones. Son centrales distintas. Zorita era única en el mundo y muy pequeña, mientras que como Garoña hay muchas y tienen permiso para 60 años", explica una fuente próxima al CSN.
Por eso, todas las fuentes del sector y del consejo consultadas ven altamente improbable que el CSN ordene que Garoña cierre el 5 de julio, cuando acaba su licencia. Es factible que apruebe su continuidad condicionada a que haga inversiones en seguridad. "Los condicionados pueden hacer que a la central no le merezca la pena seguir si requieren mucha inversión", afirma una fuente próxima al consejo. En la planta impera la sensación de que el CSN no ordenará el cierre inmediato, ya no ha recibido pegas serias de los técnicos. Como mínimo, el CSN permitirá a la central seguir dos años más, hasta cumplir cuatro décadas conectada a la red. Mientras Ascó o Vandellòs son puestas como ejemplo de mala gestión, Garoña es considerada modélica.
El sector se juega mucho en Garoña, ya que abriría una puerta al resto de las nucleares. Hasta el momento, Iberdrola y Endesa (propietarias al 50% de la central) no han puesto reparo alguno a la inversión. "Falta saber si a los italianos de Enel [dueños de Endesa] les interesa invertir tanto", añade la misma fuente. Enel anunció en marzo pasado un recorte del 45% de las inversiones previstas de Endesa.
Los equilibrios dentro del CSN son complejos y la negociación del informe puede apurarse hasta el último minuto. "Si uno de los consejeros decide que es insegura y que tiene que cerrar, el resto lo tiene muy complicado. Es muy difícil argumentar que algo es seguro pero muy sencillo sembrar dudas. Y, con que lo haga un consejero, la central está en problemas", explica una fuente conocedora del funcionamiento del consejo.
El CSN celebra pleno el miércoles próximo, pero puede prorrogarse al jueves y viernes. Si agota el plazo, Garoña quedará fuera de la campaña electoral, ya que el Gobierno ha insistido en que opinará cuando tenga el informe del CSN. Si finalmente el dictamen es positivo, la decisión quedará en manos del Gobierno. Si la cierra el Ejecutivo -y no el CSN por motivos de seguridad- la central exigirá en los tribunales millonarias compensaciones. El PSOE vive una pugna entre históricos como Felipe González o Javier Solana -favorables a la prórroga- y el ala más ecologistas, partidaria de cumplir el programa y cerrar las nucleares, como Jesús Caldera.
¿Necesidad imperiosa?
José Luis Rodríguez Zapatero se comprometió a cerrar las nucleares al cumplir su vida útil salvo "necesidades energéticas imperiosas". Ésa era la excusa en la que el sector confiaba para salvar Garoña. Pero ahora la coartada flaquea. Garoña aporta un 1,35% de la producción eléctrica pero la demanda ha caído casi un 10% este año respecto al anterior, las centrales de gas están paradas por el aumento de la eólica, el riesgo de apagón parece conjurado a medio plazo y las exportaciones de electricidad crecen.
El 26 de mayo, con cuatro de las ocho nucleares paradas, España siguió exportando electricidad (en contra de la repetición de que el país depende de la electricidad nuclear de Francia, desde 2004 es exportador).
Si Zapatero quiere cerrar una nuclear, ésta es su mejor ocasión, ya que con 466 megavatios Garoña tiene la mitad de potencia que el resto. A favor de la planta juega la otra cara de la crisis, el paro, ya que da trabajo a más de 600 personas y es una de las principales empresas de Burgos.
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