Las dudas de la Feria del Libro
La gran cita del Retiro apuesta por lo comercial pero no encuentra su perfil cultural
"La Feria del Libro son los sanfermines de Madrid, sus fallas, su feria de abril". Esto dice Lola Larumbe, de la librería Rafael Alberti, con un pie en su tienda de Argüelles y otro en la caseta número 57 del Retiro. "Sólo el Museo del Prado mueve a tanta gente al cabo del año", añade Teodoro Sacristán, director de la feria, que, instalado por quinto año en un despacho prefabricado, recuerda la broma de una de sus colaboradoras: "Para nosotros esto termina cuando pasa la comitiva oficial, justo cuando empieza para los demás".
Esa comitiva abrirá hoy a las doce de la mañana la 68ª edición de un acontecimiento que, hasta el 14 de junio, pondrá en danza a cientos de miles de personas. El escenario es idílico, pero este año las casetas instaladas en el paseo de Coches proyectan, además de la real, una sombra simbólica que unas veces toma forma de crisis económica y otras, de libro electrónico. Consolidada como la tienda de libros más grande de España, la cita madrileña tiene, sin embargo, una asignatura pendiente: que su peso cultural alcance la proporción de su peso económico.
El reglamento prohíbe la venta de títulos en formato electrónico
El modelo es un parque. Ni profesional como la de Francfort ni mezcla de cultural y profesional como la de Guadalajara (México), la clave del éxito de la Feria del Libro de Madrid es su arraigo en la ciudad y, sobre todo, el parque del Retiro. "Para salón profesional ya está Líber, y con Guadalajara no se puede comparar", explica Sacristán. "La red librera es deficitaria en México. Cuando pones a disposición del público la posibilidad de ver autores y tener libros, la ciudad se vuelca. Además, la organiza la Universidad".
Nubia Macías, directora de la cita mexicana, está en la Casa de América de Madrid para presentar el Premio FIL (antes Juan Rulfo), otorgado en la última edición a António Lobo Antunes. Macías habla del fervor de los 600.000 asistentes a la Feria del Libro más importante de la lengua española. Después de pagar religiosamente su entrada, los habitantes de una ciudad de un tamaño similar a Madrid (4.000.000 de habitantes) abarrotan talleres, conferencias y coloquios para escuchar a autores como Umberto Eco, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo o José Emilio Pacheco. "Pensamos antes en los lectores que en los compradores. Si tienes lo primero, tendrás lo segundo", dice Macías.
Hacer caja. "La gracia de la feria de Madrid es su carácter popular, y me encanta, pero no debería conformarse con eso", afirma Lola Larumbe, premio al librero cultural en 2004. Sacristán entre tanto, es rotundo: "Madrid tiene ya una oferta fuerte. Además, el libro tiene que ser el protagonista. La nuestra es una feria de venta, pura y dura. No engañemos a nadie. Todo lo que hacemos se hace con la finalidad de vender, es decir, de hacer caja. Ha habido incluso expositores que han insinuado que habría que eliminar la programación cultural".
Eso sí, el director cree que impulsar esa programación atraería a más público. Por ahora, sus funciones se limitan a organizar un encuentro entre escolares y científicos y en ceder las instalaciones a las instituciones interesadas: "Ya que la feria está asentada con este modelo, habría que atacar ese debate y acometer una feria de contenido".
Francia sin franceses. Dada la tradicional ascendencia de la literatura francesa sobre la española, la vecindad entre ambos países, la eclosión de autores como Patrick Modiano o Fred Vargas y el hecho de que el último Nobel de Literatura sea J. M. G. Le Clézio sorprende la escasa presencia de escritores galos (básicamente, Eric-Emmanuel Schmitt y Mathias Enard) en el Retiro.
"No lo hemos querido basar en los autores", explica Sacristán. "Estamos hablando de cultura francesa en general. Puede que sea un modelo complicado con los medios que tenemos. Pero creo que el programa es muy digno", dice hablando de los debates previstos sobre la traducción, la exposición de Enki Bilal o la conferencia de Alain Lefebvre sobre la biblioteca íntima de François Truffaut. "Quizás", apostilla, "se esperaba a más autores, pero ni era la idea ni las editoriales podían ayudar mucho este año".
La crisis llega al Retiro. Después de repetir durante meses que el libro era un refugio seguro contra la recesión económica ha resultado que en el refugio también llueve. La semana pasada, durante la presentación de la nueva edición, Pilar Gallego, presidenta de la feria, apuntó que en el primer trimestre de este año, la venta de libros cayó hasta en un 20%. San Jordi detuvo la caída. Los 17 días del Retiro ayudarán sin duda, aunque todo el mundo advierte que es un paraguas pasajero en medio de la borrasca. Por lo pronto, Telefónica y Caja Madrid se han dado de baja este año entre las empresas que contribuyen a pagar los 1,3 millones de euros que cuesta el evento.
"No me gusta hacer balance hasta fin de año", argumenta por su parte Lola Larumbe volviendo a la venta de libros, "pero tendremos que filtrar más. Se impone el realismo. No podemos seguir engordando una rueda de novedades ficticia. Las librerías ya no podemos ser los almacenes de las editoriales".
Libreros contra editores. Árboles aparte, la seña de identidad de la Feria del Libro de Madrid es su carácter de inmensa librería efímera. En tiempos en los que el fondo escasea en las tiendas ante la tromba de novedades, muchas editoriales despliegan todo el catálogo en sus casetas.
"La diferencia la marcan las editoriales y las librerías especializadas", dice Sacristán. Sin embargo la titularidad de la feria pertenece a los libreros de Madrid (121), que a efectos de organización cuenta con la colaboración de los distribuidores (12). Los editores (196) actúan como invitados. Los primeros pagan por un módulo estándar de caseta de cuatro metros unos 1.400 euros. Los segundos, 1.700, y los terceros, 2.000. Si son madrileños. Si no, 3.600.
Tradicionalmente, los libreros se ocupaban de la feria y los editores, de Líber, pero este curso las tiranteces entre unos y otros llevaron a un sector de los últimos a barajar una feria alternativa de invierno en la plaza de España.
Con todo, muchos editores siguen encantados con la actual. Sobre todo los pequeños y medianos, que destacan la igualdad en el trato: "El stand de Planeta es igual que el nuestro. En las ferias de pabellón cerrado gana el diseño del que más ruido hace porque puede pagárselo". Es lo que apunta Santiago Tobón, de Sexto Piso, la editorial hispano-mexicana galardonada este año (dentro del grupo Contexto) con el Premio Nacional a la Labor Editorial. "Nosotros somos la garantía de la diversidad de la oferta, pero no hay que olvidar que los libreros son los que venden nuestros títulos todo el año".
Una feria analógica. Aunque ha sido, junto a la crisis, el otro gran tema de conversación en el mundo editorial esta temporada, en el Retiro no se venderán libros electrónicos. Lo prohíbe el reglamento de la feria, lo mismo que las autoediciones, los libros de saldo o los publicados en Internet. "Además, ningún editor digital ha pedido participar", cuenta Teodoro Sacristán, que recuerda que 1995 fue el último año que, después de cuatro ediciones, contó con una carpa dedicado al libro electrónico: "Planeta había apostado fuerte. Luego abandonó. No sé lo que pasará en el futuro, pero los editores dicen que la demanda hoy es mínima".
El director de la feria plantea además una pregunta: "¿Hablamos de soporte o de contenido?". Y responde argumentando que hay expositores, pocos, que venden enciclopedias con DVD: "Se vende el disco, claro, pero no el lector de DVD. Ésta no es una feria electrónica".
Entretanto, el miércoles estará en un coloquio sobre edición digital la agente literaria Carmen Balcells, que se ha lanzado a ese mundo de la mano del portal Leer-e. Además, la recién creada editorial electrónica Luarna anunció ayer su intención de solicitar caseta el año que viene. Si el reglamento lo permite.
Cinco pistas
- Hasta el 14 de junio podrán visitarse 357 casetas de libreros, editores, distribuidores e instituciones.
- El eje temático es la cultura francesa. La comunidad autónoma invitada, Cantabria.
- Eduardo Arroyo inaugurará el programa de actividades el lunes.
- La agente literaria Carmen Balcells participará el día 3 en un coloquio sobre los derechos de autor ante el libro digital.
- Los traductores María Teresa Gallego y Alberto Conde hablarán el día 7 de sus traducciones de Patrick Modiano y J. M. G. Le Clézio.
Babelia
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