Una vida que no tiene repuestos
La claridad y su apuesta por las emociones consiguieron que los lectores se identificaran masivamente con la obra del autor de 'Poemas de la oficina'
"La vida es una máquina / para la que no hay respuestas / ni repuestos". Eso dicen unos versos de Máquina, un poema incluido en Testigo de uno mismo, el último libro de Mario Benedetti, publicado pocos días antes de su muerte y lleno, no ya de versos finales sino, como decía él mismo, gran futbolero, de "versos semifinales".
Puede que Benedetti supiera más de repuestos que de respuestas. De hecho, uno de sus muchos primeros trabajos lo consiguió en una empresa de recambios del automóvil. Recaló en ella después de dejar colgado el bachillerato y de pasar por el Liceo Alemán de Montevideo. También después de pasar penurias porque un falso amigo estafó a su padre, químico, vendiéndole una farmacia vacía. Fue en Tacuarembó, la capital del estado al que pertenece Paso de los Toros, el pueblo en el que nació Mario Benedetti en 1920.
En 1945 publicó su primer libro, La víspera indeleble, un poemario que nunca quisó reeditar. Contaba Benedetti que su visión de la lírica cambió al descubrír en Buenos Aires la poesía "sencilla y clara" de Baldomero Fernández Moreno. Hasta entonces, la poesía que se escribía en el Río de la Plata estaba tejida con un léxico de importación: "Los poemas estaban llenos de corzos y gacelas. Animales que aquí no hay", recordaba el autor de Poemas de la oficina (1956).
Puede que éste sea el libro en el que aparece ya madura la voz del Benedetti más conocido: sencilla, irónica, sentimental, como dicha en medio de una conversación. En un tiempo en el que la poesía parecía hecha para ser declamada engolando las esdrújulas en un campo de fútbol, el escritor uruguayo se unía al tono cercano de Nicanor Parra y Ernesto Cardenal. De esa pasta están hechos títulos como Noción de patria (1963), Poemas de otros (1974), Cotidianas (1979) y El olvido está lleno de memoria (1995). Esos libros le valieron en 1999 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más importante del género, pero, sobre todo, le valieron el fervor de un público que se identificaba con poemas amorosos como Corazón coraza, Hagamos un trato o Táctica y estrategia. Las canciones de Daniel Viglietti o Joan Manuel Serrat y un filme como El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subiela, no hicieron más que multiplicar la fama del poeta más popular de América Latina después de Neruda.
Además de poesía, Mario Benedetti escribió de todo: artículos de periódico, ensayos, teatro y narrativa. En 1960 publicó La tregua, una novela adaptada para el cine por Sergio Renán que en 1977 optó al Oscar que terminaría llevándose Amarcord.
Su compromiso con la izquierda uruguaya le costó, tras el golpe de Estado de 1973, un exilio que le llevó a Cuba y de allí a España, después de ser expulsado de Perú por un policía que se quedó dormido mientras él hacía las maletas y, de paso, se deshacía de documentos comprometedores. Al despertar sólo acertó a decir: "Por favor, no se lo diga a mis jefes". Mario Benedetti tardó 10 años en volver a Uruguay. Hacía ya tiempo que había escrito que su noción de patria era "la urgencia de decir nosotros".
Obra escogida
- 'Inventario 1, 2 y 3'. Reúnen parte de su poesía agrupada hasta esas fechas. (Visor, años de publicación; 1990, 1993 y 2003).
- 'Articulario'. Selección de artículos periodísticos.
La primera parte, Desexilio
y otras conjeturas acoge aquellos textos que se publicaron en EL PAÍS entre 1982 y 1984. Y la segunda, Perplejidades de fin de siglo, entre 1990 y 1993. (Editorial Aguilar-EL PAÍS, 1994).
- 'Cuentos completos'. Es una recopilación de relatos cortos. (Alfaguara, 1994).
- 'El ejercicio del criterio'. Este libro es parte de su obra crítica. Conjunto de ensayos publicados entre 1950 y 1994. (Alfaguara, 1995).
- 'La tregua'. Su novela más emblemática (1960).
- 'El porvenir de mi pasado'. Son cuentos que escribió entre 2000 y 2003, excepto el titulado Niñoquepiensa, que data de 1956 (Alfaguara, 2003).
Cerrar los ojos
Cerremos estos ojos para entrar al misterio
el que acude con gozos y desdichas
así
en esta noche provocada
crearemos por fin nuestras propias estrellas
y nuestra hermosa colección de sueños
el pobre mundo seguirá rodando
lejos de nuestros párpados caídos
habrá hurtos abusos fechorías
o sea el espantoso ritmo de las cosas
allá en la calle seguirán los mismos
escaparates de las tentaciones
ah pero nuestros ojos tapados piensan sienten
lo que no pensaron ni sintieron antes
si pasado mañana los abrimos
el corazón acaso se encabrite
así hasta que los párpados
se nos caigan de nuevo
y volvamos al pacto de lo oscuro
Presagios
Los presagios nos cercan
nos oprimen
pueden llegar con vivas o con lágrimas
son quizá las propuestas del futuro
que acuden con su estilo mesurado
en la vejez
que nos agarra exhaustos
se le meten a uno entre las canas
y al recibirlos con melancolía
les hacemos un sitio en la memoria
los presagios inspiran desconfianza
mueven sus pétalos agonizantes
y van de a poco fabricando olvidos
heridas del amor con cicatrices
presagios son augurios
vaticinios
se entienden con el alma y con la lluvia
y suelen trabajar sobre seguro
no hay presagio más fiable que la muerte
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