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Crítica:10ª corrida de la feria de San Isidro
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El toro antiguo

Antonio Lorca

Los toros de ayer, puros Albaserradas (Victorino Martín) olían a antiguo por estampa, hechuras, carácter y comportamiento. Listos como el hambre, no permitieron un capotazo limpio de salida, se orientaban con rapidez, acudieron fieros y empujaron con los riñones a los caballos los tres primeros, persiguieron casi todos en el tercio de banderillas, y ofrecieron un juego variado en la muleta: muy nobles y largos tercero y sexto, sosotes segundo y cuarto y peligroso el quinto. Toros, todos ellos, que no admitían dudas y exigían toreros muy preparados, con capacidad técnica, poderío sobrado, agua en las venas y un corazón que nos se les saliera por la boca. No hubo triunfos, y ahora se verá porqué, pero tampoco aburrimiento, porque el toro fiero, de buena o mala casta, exige una atención preferente, una seguridad plena y una firmeza heroica.

ESCOLAR / RAFAELILLO, ROBLEÑO, SÁNCHEZ

Toros de José Escolar, bien presentados, blandos y dificultosos. Bravos en el caballo los tres primeros. Rafaelillo: media delantera -aviso- y cinco descabellos (ovación); estocada (silencio).

Fernando Robleño: estocada caída (silencio); pinchazo y bajonazo (silencio). Sánchez Vara: estocada y un descabello (silencio); estocada caída (algunos pitos)

Plaza de Las Ventas. Sábado 16 de mayo. Décima corrida de feria. Lleno.

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Muy interesante la pelea con el picador del segundo, que apretó con fuerza y fijeza y acudió de largo en el segundo puyazo, lo que permitió el lucimiento torero de Pedro Iturralde. Largo, también, pero más blando, el tercero, y cumplieron primero y sexto. El lote de Sánchez Vara fue de una nobleza sin igual en el último tercio, y los dos persiguieron la muleta con codicia, largura y dulzura. Complicado los dos de Robleño, el primero por soso, y el quinto por manso y deslucido, y manejable el primero de Rafaelillo, y muy parado el cuarto.

En fin, una corrida, muy interesante por su variedad, y, sobre todo, por su fiereza de toro antiguo. Para que se entienda mejor: nada que ver con el toro bobo, artista y tonto que exigen las figuras actuales; nada que ver con el descastado, tullido, amuermado y podrido animal que tanto desespera en la imperante modernidad de la fiesta. Éstos eran toros, mejores o peores, pero toros, al fin y al cabo.

¿Y los toreros? Pues lo primero que hay que decir es que no se les puede medir con el mismo rasero que a las figuras que se ponen delante de ratitas inmundas. Ante todo, respeto, pero que mucho respeto, para estos tres señores, que se anuncian con tal corrida dispuestos a pasar las de Caín, cada uno con sus virtudes y defectos, pero todo ellos con dignidad.

Dicho lo cual, es cierto que pudieron estar mejor; es cierto que, quizá, están donde están porque sus condiciones son las que son; pero, como en todos los aspectos de la vida, también debe haber profesionales que maten este tipo de corridas, duras y correosas.

El que menos perdón tiene es Sánchez Vara. Tuvo la inmensa mala fortuna de que le tocara en suerte el mejor lote, dos toros con las orejas colgando, ante los que ha evidenciado que sus carencias son proporcionales a su imperiosa necesidad de triunfo. Banderilleó con acierto a su primero, y lo estropeó en el otro, pero en ambos naufragó con la muleta. Y lo que ocurrió es que no se puede torear despegado, mal colocado, ventajista al máximo, fuera de cacho, sin cruzarse nunca y acompañando simplemente la embestida del toro. Esos son mantazos y no pases ceñidos como le estaban pidiendo a gritos sus oponentes. El público se enfadó con razón, pero el primero que debe dar un golpe en la mesa es él mismo por dejar pasar una oportunidad única.

Por el contrario, no se le puede poner un pero a la actuación de Fernando Robleño, que lidió los dos menos lucidos, pero no perdió nunca la compostura y dio, además, una lección de lo que es cruzarse con un toro. Muy soso y corto de viaje era el segundo, con el que no era posible el lucimiento, pero qué admiración produce ver que un torero se cruza al pitón contrario una y otra vez. En la cuadrilla le acompañan otros dos grandes toreros, Juan Carlos García, con el capote, y Candelas, con los arponcillos.

Y dos tandas de derechazos extraordinarios dibujó Rafaelillo en el primero de la tarde, un toro de escasa calidad, que miraba y lo buscaba con malas ideas, pero ante el que se plantó con enorme gallardía, tragó todo lo tragable, embebió al toro en la muleta, y trazó tandas de muletazos perfectos que valieron un potosí. El toro, sin embargo, no era de fiar, especialmente por el pitón izquierdo, tanto que después de una colada inicial no llegó a intentarlo por ese lado, y la faena no alcanzó la intensidad deseada. Le faltó, sin embargo, dar el paso necesario ante el remiso cuarto, con el que sólo se mostró afanoso, y no fue capaz de asentar las zapatillas, ni de cogerle el aire, si es que lo tenía. Muy bien su subalterno José Mora toda la tarde.

Rafaelillo pone las banderillas a uno de los toros de la ganadería de José Escobar en Las Ventas.
Rafaelillo pone las banderillas a uno de los toros de la ganadería de José Escobar en Las Ventas.CLAUDIO ÁLVAREZ

La corrida de hoy

- Toros de Los Espartales.

- Pablo Hermosos de Mendoza. Maestro indiscutible de la especialidad. Muchos años triunfando y haciendo apreciar el arte del rejoneo, incluso a aficionados que no gustan de él.

- Andy Cartagena. Se le da muy bien San isidro. En 2008 abrió la puerta grande. Espectacular y certero.

- Sergio Domínguez. Esta tarde confirma alternativa.

La corrida se retransmite por Canal + Eventos.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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