El Ejército paquistaní asegura haber matado a 143 talibanes en la ofensiva
Unas 300.000 personas siguen atrapadas en la zona de los combates
"El Ejército ha lanzado una operación en toda regla para acabar con los insurgentes en Swat", anunció ayer su portavoz, el general Athar Abbas. En las primeras 24 horas, los soldados paquistaníes aseguran haber matado a 143 talibanes en ese distrito y perdido a siete de sus hombres. Los militares no dan cifras de víctimas civiles, pero los combates están provocando un amplio desplazamiento de población. Según la ONU, 200.000 personas han logrado llegar a zonas seguras, pero 300.000 más están en camino.
"Estimamos que entre 150.000 y 200.000 civiles han escapado de la zona de combates y han llegado a áreas seguras", explicó Ariane Rummery, portavoz en Pakistán del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR). Sin embargo, tanto esta agencia de la ONU, que colabora en el registro de los desplazados, como los responsables locales calculan que "otros 300.000 están de camino o a punto de salir".
La ONU calcula que entre 150.000 y 200.000 civiles han huido de sus casas
Durante los dos últimos días ha habido numerosos testimonios de personas que se han encontrado con carreteras cortadas, o a quienes los talibanes han obligado a darse la vuelta en un puesto de control. Otros residentes se quejan de que los bombardeos y el toque de queda establecido en amplias zonas de los distritos afectados hacen muy peligroso ponerse en ruta.
De los que lo han conseguido, apenas la mitad está recibiendo asistencia a pesar de los preparativos que en esta ocasión han hecho las autoridades locales. "Hasta las cuatro de la tarde [de ayer], se habían registrado 102.000 personas en alguno de los ocho campamentos de desplazados o 12 centros de inscripción habilitados para ello", confirmó Rummery. Muchos de los afectados olvidaron sus tarjetas de identidad en la huida, lo que ahora dificulta su registro y hace que las cifras reales superen a las oficiales.
"El proceso de registro resulta un poco lento porque la mayoría de los desplazados apenas saben leer y escribir, y los formularios están en inglés", explicaba Amer Zeib el pasado miércoles. Este funcionario de Asuntos Sociales acaba de ser movilizado para atender el centro de inscripción habilitado en el Hospital de Tuberculosis de Mardan, la puerta de salida del Valle de Swat cien kilómetros al sur de su capital, Migora. El papel amarillo que entregan a los afectados es imprescindible para acceder a la ayuda oficial.
"Hemos empezado a las diez de la mañana y ya llevamos 130 familias registradas", explicaba Zeib a media tarde abrumado por los cientos de hombres que aún se agolpaban en el patio. No había mujeres porque exhibirlas en público constituiría un deshonor.
La necesidad de mantener el purdah, la estricta reclusión de las mujeres tras los muros del hogar, ha hecho que la mayoría de los desplazados de Swat y los distritos vecinos de Buner y el Bajo Dir no se hayan dirigido a los campamentos preparados por el Gobierno. En la medida de sus posibilidades, buscan acomodo en los barrios de renta baja de las ciudades más cercanas, en casas de familiares o en habitaciones cedidas por particulares u organizaciones caritativas.
Esta nueva oleada de refugiados internos se une a los 555.000 civiles que desde agosto han abandonado sus hogares por las operaciones militares en las regiones tribales y la Provincia de la Frontera Noroccidental. De hecho, la capacidad de asistencia de las autoridades locales se encuentra al límite a pesar de la colaboración de la ONU y de numerosas ONG.
"Estamos especialmente preocupados por los niños que se han visto obligados a abandonar sus casas, están siendo testigos de la violencia y no pueden ni ir al colegio ni recibir atención médica", señala por su parte Antonia Paradela, la portavoz de UNICEF. Esta agencia está tratando de organizar zonas infantiles y escuelas dentro de los campamentos, pero por ahora la prioridad es el alojamiento y la comida.
Los combates están desbordando también los hospitales. En el Centro Médico de Mardan han tratado ya a más de 2.000 pacientes, muchos de ellos por heridas de metralla, según ha explicado el doctor Arshad Ahmed.
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