Graves malformaciones fetales se diagnostican tras la semana 22
La nueva ley del aborto sólo cubriría anomalías "incompatibles con la vida"
Cuando a Carmen y Juan el médico les dijo que el bebé que esperaban tenía una anomalía grave no supieron qué hacer. El diagnóstico llegaba tarde. Muy tarde. Carmen (nombre ficticio) estaba ya de 27 semanas, lejos de las 22 que la ley del aborto actual marca para el supuesto por malformación. Pero la ecografía parecía clara. También las pruebas que se hicieron después. Agenesia de cuerpo calloso. Un nombre enrevesado que escondía que el niño que esperaban carecía de la estructura que comunica los dos hemisferios del cerebro. La patología es gravísima en el 90% de los casos. Pero no fue detectada.
Su caso no es tan raro. Un estudio del Hospital 12 de Octubre de Madrid expone que el 50% de todas las malformaciones detectadas entre 1990 y 2006 a través del diagnóstico prenatal se produjeron por encima de la semana 22. Casos que quedaron, por tanto, fuera del supuesto de aborto por malformaciones. A él se acogieron sólo el 3% de los abortos que se realizaron en España en 2007 (la inmensa mayoría alegó riesgo psicológico). Los expertos calculan que alrededor del 2% de los abortos que se producen por encima de las 22 semanas se realizan por malformación grave del feto, pero en estos casos las mujeres deben viajar a países como Francia o Reino Unido. Sus leyes no marcan límite si se detectan malformaciones graves y lo aprueba un comité de expertos.
París o Londres prevén el aborto sin límite si lo aprueba un comité médico
En España, la reforma que plantea el Gobierno mantendría en 22 semanas el límite para el aborto por malformación o riesgo para la madre. Con una salvedad. Se prevé que se permita el aborto fuera de ese plazo sólo por malformaciones "incompatibles con la vida". El bebé que esperaban Carmen y Juan, sin embargo, no habría entrado en este apartado. Habría vivido -no se sabe cuánto- aunque con secuelas gravísimas. "No habría sido incompatible con la vida, porque no habría muerto nada más nacer, pero sí con una vida digna", dice Juan.
Así, la reforma de la ley puede dejar sin revolver dramas como el de esta pareja madrileña de 32 años, informático y comercial, que tuvieron que viajar a Toulouse para abortar. "Hay anomalías graves que se detectan después de las 22 semanas", explica Javier Pedregosa, ginecólogo y experto en diagnóstico prenatal. "Puede que las anomalías se produzcan tarde, se manifiesten tarde, escapen a los controles diagnósticos o evolucionen a peor", dice.
Anomalías en la formación de los surcos cerebrales, que son imposibles de ver antes de la semana 28, según la ginecóloga y experta en diagnóstico prenatal Pilar Martínez Ten, y que tienen "muy mal pronóstico". También cardiopatías dilatadas, hemorragias ventriculares cerebrales o tumores fetales. Patologías que aparecen o se descubren al tercer mes.
Malformaciones que pueden ser incompatibles con la vida o no. "Hay enfermedades gravísimas o incurables. Niños, que se sabe que no se van a recuperar, y que sufrirán. Bebés a los que se les opera para alargarles la vida, pero que lo más probable es que mueran", dice Pedregosa. Martínez Ten está de acuerdo. "Las malformaciones incompatibles con la vida no tienen discusión, pero ¿qué pasa con las enfermedades gravísimas que no lo son?", se pregunta. Los dos creen que España debería adoptar el supuesto tal y como está en Reino Unido y Francia, donde un embarazo se puede interrumpir sin plazo si el feto sufre una patología "grave o incurable".
En estos países es un comité de expertos regional el que estudia los casos y decide si se puede interrumpir la gestación. "No estamos hablando de una sordera ni de un bebé al que le falta una mano, sino de enfermedades gravísimas. Hablamos de una espina bífida que afecta a las cinco vértebras lumbares, de una hidrocefalia severa...", sostiene Martínez Ten. Un estudio del Hospital de Estambul, y publicado en el Internacional Journal of Gynecology and Obstetrics revela que de cada 12 casos de hidrocefalia detectados, siete son por encima de la semana 23 de gestación.
Juan José Rodríguez Sendín, secretario general de la Organización Médica Colegial, sin embargo, sostiene que en ningún caso es justificable el aborto por encima de las 22 semanas, excepto si la vida de la madre o del feto corre peligro. "A partir de ahí el feto es viable para vivir fuera del vientre materno. Todo aquello que la medicina garantice que puede vivir de forma autónoma ya no es un aborto", dice. "Además, estamos hablando de un porcentaje muy pequeño de casos", asegura.
Un número reducido que, sin embargo, enmascara casos especialmente trágicos. Embarazos deseados y familias que se sienten desatendidas. Situaciones con un alto coste emocional y económico. Carmen y Juan aún están esperando a que les paguen los 7.000 euros que les costó la intervención. Critican la falta comprensión que tuvieron en España. "Estamos tristes", dice Juan, "no sólo por la pérdida del hijo, también por cómo nos ha tratado el sistema".
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