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Reportaje:

Un martillazo de 373 millones

La venta de la colección de Yves Saint Laurent alcanza una cifra récord

Antonio Jiménez Barca

Lo último fue un delicadísimo juego de tazas de porcelana de Sèvres que salieron a 40.000 euros y se vendieron en 300.000. François de Ricqlès golpeó con el martillo de madera por última vez y enviaba la subasta del siglo a la historia. Los datos de la venta de la colección de Yves Saint Laurent y Pierre Bergé son apabullantes: 373 millones de euros, una cifra jamás alcanzada en la subasta de una colección privada. Casi todo se vendió (sólo tres lotes, de 733, no encontraron comprador, incluido el Picasso que nadie quiso por 23 millones de euros). Y casi todo se vendió por encima del precio previsto. Hasta el puñalito mongol que salía a 1.000 euros y que constituía la pieza más barata de la colección se adjudicó al final por 6.000.

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La última tarde discurrió con la misma calma expectante y las mismas oleadas silenciosas de millones y millones de euros de los días anteriores. Las polémicas dos cabezas de bronce chinas, reclamadas por Pekín por considerar que fueron robadas hace más de 100 años de un jardín imperial por tropas francesas e inglesas, se vendieron por teléfono a 14 millones de euros cada una sin que nadie protestara. No se sabe el nombre de los compradores, ni la nacionalidad. Ni siquiera si es la misma persona la que compró las dos piezas.

Después, cuando todo terminó, Bergé, el mecenas, hombre de negocios, pareja y socio de Yves Saint Laurent, y la mitad de la colección que durante años estuvo en su casa y que se acababa de desperdigar por el mundo en más de 700 lotes diferentes, compareció para decir que se encontraba muy feliz. "Todos me aconsejaban que esperara a que pasara la crisis. Pero no les hice caso. Y a juzgar por las ventas, yo tenía razón", dijo.

Bergé aseguró que si hubiera tenido dinero suficiente habría levantado un museo, pero que no se arrepentía de lo que acababa de hacer. Después añadió algo que puede sonar paradójico tras una subasta en la que todo acababa en manos del mejor postor: "Las obras de arte no pertenecen a nadie. Su destino es permanecer siempre en tránsito".

Precisó que los 373 millones de euros se destinarán a la financiación de una fundación encaminada a la difusión de la obra de Yves Saint Laurent, al fomento de proyectos artísticos, a la lucha contra el sida y a distintas acciones de caridad. Luego, este hombre que no es un creador pero que se ha rodeado siempre de artistas y ha admirado y perseguido el arte durante toda su vida, exclamó: "Me he dado cuenta de que Yves y yo hemos creado una obra".

Después, muy serio, recordó que el piso en el que los dos vivieron rodeados de tanta belleza ahora se encuentra vacío y que también le ha llegado el tiempo de venderlo y deshacerse de él. Luego volvió a sonreír y confesó que hace días una señora, tras ver el enorme catálogo de la subasta, le preguntó lo que cualquiera con algo de sentido común le hubiera preguntado:

-Y dígame: ¿dónde metían todo eso?

Bergé le respondió encogiéndose de hombros:

-Y yo qué sé.

Subasta de una de las dos piezas chinas de la colección de Yves Saint Laurent reclamadas por Pekín.
Subasta de una de las dos piezas chinas de la colección de Yves Saint Laurent reclamadas por Pekín.REUTERS

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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